Lo primero que no podemos olvidar es que no fue Henrique Capriles solo el que enfrentó este poder viciado, obscuro, que nos oprime y nos asfixia. Fuimos millones... La capacidad de liderazgo de un venezolano joven, decente, moderno y retador, personaliza hoy el ataque cobarde, y el miedo que impulsa estos ataques, estas acusaciones y agresiones, lo provocó una Venezuela recuperada en su vitalidad de Nación que sigue, con Capriles, exigiendo que se desmonte la mentira tras los cómputos que Maduro y los suyos quisieran poder decretar finales. Pero esto no ha terminado, esto apenas comienza. Ni las declaraciones infelices de las “rectoras” del CNE, ni las cadenas intermitentes de Maduro, ni los desplantes baratos de Diosdado u otros desbordados en esta anarquía de la ineficiencia, pueden detener ya lo que viene. Porque la verdad se tarda más, pero está allí. La mentira flota en el aire, en el espacio y se pierde en cualquier instante.
La verdad está allí y no se
mueve. Y aquí estamos dispuestos a encontrarla y el camino es de los votos que
se escapa de las farsas y manipulaciones en irregularidades y componendas. Allí
están los testigos que declararan, como dos miembros brasileños de Unasur
constataron, fallas con la capta huellas y sin embargo después firmaron como si
no hubieran visto nada y están los “asistidos” y los testigos de mesa sacados a
la fuerza, y las mesas que no existieron y arraso Maduro, y esto y aquello y
entre eso el muchacho solitario caminando en una calle de Barquisimeto cayendo
frente a guardias nacionales, temblando su cuero después de caído ante la
indiferencia de sus atacantes y están cientos de hechos más que tienen gente
tras cada irregularidad, gente que votó y defiende hoy, con Capriles y la
verdad, el voto por la libertad.
Somos millones los que hoy se
amenazan y se insultan, somos millones los que seguimos este obsceno quehacer
de un grupo delicuencial al frente de nuestro destino.
Las declaraciones de una Iris
Varela advirtiendo a Capriles que ya tenía lista la cárcel para él “donde nadie
lo iba a tocar”, las acusaciones montadas con deleite de “dulce de lechoza”
contra NOSOTROS, porque Capriles somos NOSOTROS, más allá de una declaración
barata, chabacana y ofensiva, parece llevar también un deseo reprimido...la
insinuación suena a lasciva, a incitación velada, a odio infinito. Nos odian. Y
les encanta llamar a eso, disfrutan viendo a los venezolanos hechizados por las
promesas, las necesidades y la ignorancia, levantar el puño amenazador, gritar
histéricos, sobre excitados de ira contenida alimentada con el ardor de una
venganza lastimosa. Uno, que ama este país, que vive cada momento de su vida en
el alma, siente que el pulso se inquieta, uno se asusta ante este horror
inimaginable. Pero en Venezuela es la misma Venezuela que detiene ese
sentimiento, que sabe ya que tiene qué hacer, que resurge con energía en su
reclamo valiente y decidido frente a la violencia y la dictadura. Y lo está
haciendo porque esto no es ella, porque cada uno y todo, en una integra y
desafiante voluntad nacional, decidimos despertar del letargo que casi parecía
una maldición. Y aquí estamos, Capriles con NOSOTROS. Haciendo la historia que
heredamos de valor y libertad.
¡Este cuento....no ha
acabado!
Columna original para ANALICA.COM
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