La imagen de Capriles desde la lancha, en el mar, vigoroso, alegre, brillante bajo el sol, los brazos levantados saludando, los rostros de los sorprendidos visitantes playeros, ancianos, hombres, mujeres niños, dice bastante de este cambio palpitante y urgente que necesita Venezuela, esa imagen fresca, retadora, que sin miedo, se expone a todo demostrando además un valor singular que contagia de emoción al otro que lo recibe en su fuerza personal.
A estas alturas el ventajismo oficial, ese poder absoluto y obsceno, luce debilitado con un Maduro pifiando a cada momento, titubeante entre insulto e insulto, manoseando la figura del líder desaparecido, exprimiendo lo que queda en los corazones que lo lloraron, el sentimiento de pérdida para no soltar ese sentimiento que no le pertenece, que resulta una jugada barata y hasta cruel, insultante, inmerecida.
Quedan poquísimos días en esta campaña caníbal de derechos y normas.
Tibisay se hace la loca y los días pasan... La mentira tiene un siniestro plazo que siempre gana a la verdad.
El engaño no ha sido solamente la enfermedad y la muerte del líder comunista y tropical. Viene desde que se traicionaron las primeras promesas y la mentira era la protagonista del discurso. Cada día van menos a llorar al “Cuartel de la Montaña”, otra mentira que quiere ser romántica con la historia misma que sabe de la huida del golpista al cuartel.
El 14 son las elecciones y el 15 Globovisión cierra su señal de lucha.
Radio Caracas no fue un cuento.
Es parte de la agresión continua y voraz a la libertad de expresión, asi como las radios calladas de un extremo a otro, los periodistas golpeados, heridos, los presos políticos, las órdenes con el dedo acusador condenando venezolanos decentes, botando trabajadores, lastimando reputaciones y esfuerzos.
Es el triste espectáculo de la violencia gozosa, del hombre burlándose del dolor ajeno “con una sonrisa y un dulcito de lechoza”.
Es la mediocridad en la “herencia” inaceptable de la monarquía cubana y es la locura instalada que cree que Venezuela, chavista o no, es pendeja. Y no va a votar por un hombre que afirma que es hijo del difunto líder Castro comunista y acusa a Estados Unidos, que le paga de contado su crudo, de “inocularlo” con cáncer y después declara que gracias a “su padre, Chavez, Cristo designó al nuevo Papa”.
Ya basta de burlas, de engaños, de mentiras. Si usted no ha visto esa imagen de Capriles, búsquela. El va a hacer un gran bien. Es una imagen que habla de la esperanza, de la consideración y el respeto, de la ilusión. Y que falta nos hace respirar aire fresco, vernos a los ojos y coincidir en la confianza y la fe en el futuro, en nosotros. ¡Adelante, pues!
Columna original para Noticiero Digital
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ISA DOBLES