Don Rómulo Gallegos y su esposa Teotiste |
Cuando lo recibimos en el exilio en Costa Rica, llegó
a nuestra casa. Cuando se acababan las reuniones, subía a su cuarto y le
escuchábamos hablar o leer en voz alta
por largo rato. El mismo nos aclaró una mañana: “Yo le cuento a Teotiste todas
las noches lo que me pasa en el día”.
Con ella pudo compartir la vida por 38 años en entrega
absoluta, como escribiera Andrés Eloy, ”Teotiste era costumbre y patria, patria
de la costumbre humana de querer sin estarlo diciendo”. Cuando se corrió la voz
que la dictadura militar de Venezuela le permitiría inhumar sus restos en
Caracas, su respuesta llegó al mundo:
“Yo le rindo homenaje a su memoria con la
determinación de no llevarla a descansar en su tierra sino cuando yo pueda
regresar a la Patria sin mengua de mi dignidad.”
Había sido el Presidente Constitucional en las
primeras elecciones libres, universales celebradas en Venezuela el 14 de
Diciembre de 1947, tenía 63 años y de un millón ciento ochenta y tres mil votantes
(1.183.000 ) había recibido ochocientos setenta mil (870.000)
La última vez lo vi en mi casa cuando sacábamos de
ella el cuerpo de mi padre. Que había ofrecido a unos damnificados de Boconó
llevarles ayuda tras un incendio en el
mercado donde trabajaban y su avioneta se estrelló saliendo de La Carlota un 28 de Diciembre, día de los inocentes.
Su pecho nos recibió protector Silencioso. Conmovido. ¡Y
tuvo un gesto! Buscó a mamá y se detuvo con ella a la entrada de la casa y tomó su mano y la
colocó allí sobre las piedras de la pared. Y puso la de él encima. La casa. El
hogar. El amor. El tiempo compartido. Todo lo que se iba con papá y se quedaba
también. La vida. Él se iría a encontrarse con
el amor el 5 de abril de 1969. Cinco
años después.
Mi queridísima Isa,
ResponderEliminarLeer cosas como estas, me devuelven la certeza de que este país ha estado hecho de gente maravillosa. De gente honesta, íntegra, grande. Como Don Rómulo Gallegos y su infinito amor por Doña Teotiste; o tu noble padre, ejemplo incólume de integridad en todo el sentido de la palabra. Gracias, porque estas historias (esas que no aparecen precisamente en los libros de historia) son las que no nos pueden ser arrebatadas de la esencia de quienes somos. La esencia de los héroes que nos forjaron, que nos hicieron, que nos moldearon. Gracias por recordarme una vez más, que tiene sentido seguir luchando por una Venezuela mejor. Más digna de Don Rómulo, de ti, de tu papi.