Elegido masivamente para candidato único presidencial,
este muchacho entregó todo para ofrecerle a Venezuela, con vigor y
talento, la seguridad y la fuerza que
necesitaba para enfrentar todo el poder, la corrupción y la vileza que
significaba Hugo Chávez utilizando la histeria de una adoración estimulada por
el odio y la desventaja. Arriesgó su vida, mezclándose con la Venezuela urgida
de lo que él ofrecía. Cada región, cada
rincón, retaba con su entusiasmo y su presencia, retaba el momento difícil.
Se unieron frente a la
incertidumbre y el rencor rancio del militarismo fuera de tiempo que aquel militarcito sin brillo imponía en la
repetida historia. Desde aquí, desde mi blog, yo insistía que Venezuela daba un vuelco a la esperanza. Aquellos
dos muchachos, Henrique y Leopoldo,
“hijitos de mamá y papá”, insultados y humillados por los hechizados del
régimen, cambiaban la historia.
Cada uno con su personalidad, cada uno en su
estilo. Y eso es lo que esta Venezuela
rugiente, desafiante, debe reconocer en el azaroso camino del cambio, sin
egoísmos, sin amnesia, con sentido
de lealtad y justicia.
¡Los tenemos a ellos para luchar!
Estoy de acuerdo con Ud. Pero me gustaria en algun momento oirle decir me equivoque con los Castros, y pedirle perdon a Venezuela por haber contribuido a ensalzar la Revolucion Cubana que tanta desgracia trajo a Cuba y hoy a Venezuela. Eso seria muy civico de su parte.
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