Es Jueves Santo y
los que son devotos de los deberes religiosos, de la historia Santa, de
sus normas, de esas espirituales que se
llevan en lo más íntimo del alma, tienen
el derecho y el compromiso de cumplir
con todas sus exigencias que dan,
además, una paz cierta necesaria y vital.
Hoy el momento que vivimos nos pide mucho más.
Porque toda esa paz que necesitamos como ser humano y como Nación necesita de
toda nuestra fuerza, de nuestro interés y nuestro esfuerzo porque si no lo
ponemos en esta causa justa por defender a Venezuela, bien poco podemos
garantizarla para siquiera sobrevivir.
Desde que nacemos somos educados en el respeto y
amor a Dios y es nuestra fe en él lo que alimenta nuestro quehacer humano.
En estos años difíciles eso no se
ha salvado de esta agresión constante, gozosa, a nuestros valores religiosos.SE
han ofendido como nos han ofendido a nosotros en sentimientos y derechos.
Esta Semana Santa llega distinta. Encuentra una Venezuela con un espíritu no manso, ni
tembloroso de miedo. Encuentra el mismo fervor, el mismo anhelo de paz y
comprensión en la oración repetida y
angustiada, pero fortalecida por el
compromiso avivado por la libertad, por la verdad negada en la voracidad de un poder mentiroso
y delictual. Desde chiquitos escuchamos que “Dios todo lo sabe”, que “Dios todo
lo ve”.
Que Dios es la verdad. Unos
lo aceptan, otros lo ponen en duda, otros quisieran saberlo. “SI estás en paz contigo mismo, estás en paz
con Dios”. La verdad. La paz. Tú. Dios.
Imposible hoy, mañana, alejar de nosotros la urgencia de la fe en
nosotros mismos. Y lo que somos capaces con la fuerza de la verdad. Por eso no
podemos alejarnos ni un segundo de este compromiso que es hoy nuestro país, el alerta que nos reclama esta
Venezuela abusada en su espíritu, este
horror que quieren reescribir con letras
de sangre y lágrimas, no podemos dejarla
sola .
Ciertamente esa imagen no tiene nada de santa. El
combo total.
El líder Castro comunista al fondo, el violador de leyes y principios envuelto con
la bandera con un niño en brazos con una espada levantada en la mano y vestido
de Bolívar.
Toda una mentira ofensiva y fraudulenta. Los puños alzados, la
espada en manos del niño, el “difunto manoseado”, la bandera y el mensaje : “Yo
soy hijo de Chávez. Chávez vive”.
Dios todo lo ve.
Paz y fuerzas, Venezuela!!!
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ISA DOBLES