Facundo Cabral |
Un viernes santo hace ya muchos años, en una de sus primeras visitas a Venezuela, llevé a Facundo Cabral al Teleférico. Cuando ascendíamos en el funicular, una brisa muy fuerte lo hizo moverse bruscamente, lo que motivó que una señora que estaba sentada frente a nosotros, gritara verdaderamente asustada: ¡Señor, protégenos! Facundo la calmó con esa voz suya tan suya: “ ¡Ya..ya pasó! No molestemos al Señor hoy que es su día más ocupado” Siempre lo recuerdo y me trae esa figura tan querida que murió de manera tan violenta y tan lejana a su mensaje y su anhelo humano. De una forma que sigue recordándonos cuanto hay que hacer todos los días para que no sucedan hechos de injusticia, de violencia, de dolor. Eso tenemos que renovarlo cada minuto, cada segundo. Y comienza con la verdad. Por eso es tan importante que luchemos por ella.
Venezuela ha vivido años de desgarradora impotencia viendo y viviendo como se atropella ese valor fundamental que es la verdad. Acabamos de pasar y aun seguimos confundidos ante un hecho obvio como la enfermedad del lider Castro Comunista Hugo Chávez que sumió a los venezolanos en un agotamiento indecente ante su propio destino, violándoseles el derecho sagrado de conocer como se resolvería esa angustia, detenida la Nación en el aire de la confusión y el silencio , de ese engaño infame que los intereses miserables del poder manipularon a su antojo en desmedro de nuestra seguridad y sentimientos.
Tenemos que haber aprendido, todos, la diferencia del respeto y esta locura desconsiderada y vil.
Los mismos partidarios del líder que todavía no sabemos si estaba, si era un muñeco, si murió en Cuba como se le escapó al asesor histórico, Perez Arcay, como el “Negro Primero” llegó de Cuba para decir “Adiós”, si está en Barinas, embalsamado o no , o aquí o en Rusia o en Cuba.
Venezuela no se merece este engaño, este abuso. Busca salir de este túnel tenebroso de mentiras, de agresiones y traiciones canallas. Imposible ver las imágenes de Jesús en la cruz y no conmoverse. No comprometerse íntimamente con su dolor y la injusticia.
Padre Nuestro que estás en los cielos….
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ISA DOBLES