Acababa de leer nuestro editorial y no sé por qué verla altiva, sana, me hizo pensar
en esto terrible que nos
ahoga…Allí está el marasmo. Pero…aquí estamos nosotros! Hoy como nunca los
venezolanos tenemos que ayudarla a salir de esto, abrirle camino al sol. No
estamos muertos
Foto: Google Nuestro editorial
del pasado lunes tiene un título
angustioso: “Marasmo”.
“Según el DRAE, marasmo significa: “Suspensión, paralización,
inmovilidad, en lo moral o en lo físico”. Me voy al Larousse: “estado de pérdida intensa de vitalidad y
actividad de un organismo que se halla extenuado y caquéctico, como consecuencia de una
enfermedad crónica consuntiva. Suspensión, inmovilidad física o moral.” Bueno, me fui a buscar “caquéctico”. Que viene de “caquexia”
que viene de y constituye la fase terminal de ciertas enfermedades o
infecciones crónicas”.
El editorial lo dejaba claro: “eso es lo que está ocurriendo ahora lamentablemente en el país”.
Y la verdad es que más allá de
todas las interpretaciones del mundo, lo
desgarrador es que eso que vivimos hoy
nos inmoviliza y nos enferma, solo nosotros podemos desterrarlo de nuestras
vidas porque quienes están dispuestos a acabar con nosotros no van a dejar de intentarlo y más
bien recrudecerán en su empeño hasta que no quede el más mínimo gesto de
resistencia. Pero este “marasmo” no es a
pesar de ser esa su intención exclusivamente para los 6,5 millones que votamos más los abstencionistas
irresponsables sino que, aunque les cueste mucho asumirlo en su cotidianidad
plagada de histeria , contaminará en su
angustia y desolación a esa población confundida y manoseada que “por ahora” depende de la
improvisación y la ineficacia
sublimizada en propósitos obscenos de poder. El mundo parece invadido de una complicidad
morbosa, no están de moda los hombres íntegros, la libertad es una
palabra vacía y la dignidad llena la boca de quienes mienten por mentir y
engañan por engañar. Se premia la traición
y ya no espantan la sangre inocente ni
la indetenible locura.
Pero ante este “marasmo” no hay
sino dos opciones: dejarse llevar, morir. Entregar todo, las vidas de los
hijos, de los nietos, la propia, de sus sueños y sus ilusiones, el luto cruel
impuesto por la perversidad que como “matapalo” se enroscó en nuestros árboles de vida hasta secarlos, o levantarnos, sacudirnos, cortar con nuestros
propios dientes las ramas del “matapalo”
y liberar nuestras propias ramas para que reciban la luz del sol y crezcan
nuevas , desafiantes. Yo estaba hoy en
el parquecito vecino viendo un arbolito que habíamos limpiado de las ramas que la ahogaban en su impotencia. Lo
hicimos varios vecinos ante el alerta y allí está, floreciendo. Ella da unas semillas que según un
alemán que las viene a recoger cada fin
de año, bajan la tensión. Allí está…libre de “matapalo”!
Acababa de
leer nuestro editorial y no sé por qué
verla altiva, sana, me hizo
pensar en esto terrible que nos ahoga…Allí está el
marasmo. Pero…aquí estamos nosotros! Hoy como nunca los venezolanos tenemos que
ayudarla a salir de esto, abrirle camino al sol. No estamos muertos.
Columna
original para ANALITICA.com
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