Debe haber un sótano, un
lugar muy especial para ellos. A lo mejor lo dividen por países. Estará un
experto que clasificará todos, escribirá su historia y será el “maestro” de los
guías que los enseñen a los grupos visitantes. Yo no tengo la más mínima idea. Busqué
en Internet para informar explícitamente pero no encontré la ubicación.
No importa mucho. Porque yo voy a
escribir sobre lo que le lleva Capriles que no se ve. Todo lo que vemos en esas mesas es parte del protocolo, imágenes, cuadros,
documentos. Dicen de nuestra artesanía y
nuestro cariño. ¡Imposible para el Papa retener todos esos regalos en la
mente! Capriles es el que le va a llegar al alma. Porque lleva esta Venezuela desgarrada en su
cuerpo, violada mil veces en sus leyes,
sangrando el corazón en hijos
perdidos, en hermanos y padres que ya no se vieron más nunca ni escucharon
otra vez en saludos, regaños o bendiciones, sueños hechos trizas en manos de asesinos permitidos en el rojo odio del poder.
Henrique es el vocero del dolor y la impotencia, del
ventajismo y la venganza. Pero Henrique
lleva también la esperanza. Todo ese arsenal de sentimientos y emociones caerán sobre
Francisco, el hombre, para interpretarlos en su condición de Papa y ofrecer la palabra justa, alimentar
la fé y evaluar el juicio oportuno, oteando matices
que permitan entrar la luz sobre
la tierra llorosa. Sin que el encuentro
sea espiado por el difunto o el Che, sin un Bolívar incómodo colgando para la ocasión, la
historia diaria de la Venezuela de colas
interminables buscando leche o medicinas, el discurso imbécil de un hombre
que no es legítimo para gobernar, la
perversidad de un militarsote inculto escupiendo insultos y vulgaridades, unas Fuerzas Armadas disparando contra ciudadanos
aquí y allá, Capriles dirá lo
que el Papa debe saber. El hombre de
paz sabe quién es Capriles. Como siempre
supo quién es Maduro.
Cuando Henrique salga del
Vaticano, el Papa no volverá a esos regalos de amor, impaciente el alma,
inquieto el corazón. Conversará con Jesús que también conoce bien la historia.
Tal vez nunca vuelva a ver
la Virgen Pastora de Lara o el José Gregorio Hernández que paciente espera que
se acuerden de él.. que le llevó Capriles,
pero esa Venezuela de lágrimas y
esperanzas que dejó Capriles en su corazón, lo acompañará en oraciones y
silencios.
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ISA DOBLES