Artículo 350

 

Vean el rostro de Aristóbulo...se acordó del “350”

“Artículo 333. Esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella.

En tal eventualidad, todo ciudadano investido o ciudadana investida o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia”.

“Artículo 350. El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”.

Este es el  artículo del que a cada rato hablamos, esgrimido cada una y otra vez por este o por el otro y que no acabamos de entender, recordar o muchísimo menos, asumir. Y que nos recuerda hoy Oswaldo Álvarez Paz en su artículo de “El Nacional: Es el 350. Constitucional.

Que establece que nosotros, como pueblo, tenemos todo el derecho de desconocer cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores. Principios y garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos”. O sea, que este artículo está vivo...y reclamante.

Este artículo, el mencionado 350 le concede a usted como ciudadano  ese derecho a “pataleo”.

Aquí es larguísima la lista de valores, principios   y garantías  manoseadas por este régimen.

La Constitución nos apoya...y por eso, porque el régimen lo sabe también, las amenazas, los insultos, las acusaciones y los agravios. Porque lo que se necesita para  responder al derecho establecido es la organización, la unidad y el valor en un liderazgo   vinculado estrechamente a la emoción popular. Mientras esos factores no se consoliden en voluntad nacional, el artículo 350 es letra muerta. Como lo es con la libertad de transitar libremente las calles. Nos  obligan a sacar permisos que sobran como sobran en otros países que no solo  ocupan  sus calles sino que no se ven   amenazados por tanques y militares armados  ni están expuestos a ese “gas del bueno” que asfixia y envenena pero el difunto ordenaba tranquilo y campante.

¿En qué país del mundo que un hombre que no ha podido demostrar que  es  ciudadano del País  gobierne?

¿En que País una mujer señalada    que no responde a la confianza de la mayoría del País afirme que  ese hombre sin nacionalidad cierta es legítimo porque ella “vio la partida de nacimiento”?

¿En qué País un ilegítimo que además es un impugnado,  amenace públicamente a un opositor con “una celda limpiecita”?

¿En qué país un vicepresidente de una asamblea servil  da una señal para que gorilas con  chaquetas con el tricolor de la bandera ataquen a la  oposición destrozando el rostro de una mujer tras empujarla por unas escaleras?

¿En que País  las Fuerzas Armadas se proclaman  partidarias del partido de “gobierno” en desmedro de su primer deber que es la Patria? 

Bueno, este País tiene una Constitución que da al ciudadano derecho a desobedecer actos como estos. Nosotros, la oposición, que  lucha con armas democráticas por su libertad, respetamos la Constitución. 

El poder la desconoce. La utilizan como utilizan al pueblo. En la publicidad obscena  de sus propósitos. Ambas fuerzas, pues, conocen el artículo. 

Está allí. Nadie puede ignorarlo. Nadie puede subestimarlo. 

¡Palpita impaciente!