Un millón de dólares por año … un poco más. Eso es lo que pide Ingrid Betancourt como indemnización por sus seis años en manos de las FARC.
Esta reclamación toma por sorpresa al gobierno colombiano. Ingrid Betancourt fue secuestrada el 23 de febrero del 2002 y rescatada como vió el mundo entero, por fuerzas militares colombianas seis años y medio después, el 2 de julio del 2008, con otros 14 rehenes. Ingrid Betancourt era candidata a la presidencia y había sido advertida del peligro y el riesgo de ser secuestrada en la zona del Caguán pero había insistido porque su objetivo era hacer campaña en la zona controlada por la guerrilla, firmando inclusive un documento en el cual reconocía y ratificaba su responsabilidad.
Durante seis años y medio su secuestro fue cubierto por los medios mundiales y su última foto, sentada, pálida, con el largo cabello sobre su hombro, con una carta a su madre asegurando que estaba muy mal, conmovieron otra vez al pasivo mundo. Como ciudadana francesa, Ingrid cubría también una expectante Europa.
Desde su liberación con la “Operación Jaque”, ha recibido distintos premios internacionales, como el Principe de Asturias y el de la Legión de Honor. Hasta ese momento que se bajó del avión llorando y felicitando a las fuerzas policiales y armadas colombianas, mucho agua ha corrido bajo el puente.
Mientras estaba secuestrada se protegía su personalidad y se defendia esa intimidad de víctima que capitalizaba cualquier comentario.
Pero una vez libre, diferentes libros de ex compañeros rehenes comenzaron a ofrecer una imagen bastante distanciada de la víctima heroica o la modesta y sufrida mujer, bondadosa y solidaria. En el libro “Fuera de cautiverio” de los tres norteamericanos, uno de ellos deja saber de una personalidad interesada, que pasaba por encima de sentimientos y lealtades para obtener lo que quería y lo cuenta con altura, sin acusar, pero en una sencilla apreciación de lo vivido cotidianamente en la selva colombiana. Manipuladora y egoísta.
La Ingrid Betancourt que comenzamos a ver se alejaba mas y más de aquella orgullosa y feliz que lloraba agradeciendo a las fuerzas colombianas aquel rescate que seguía el mundo entero.
Comenzó a caerse de aquel pedestal donde la angustia de un mundo la acompañó. Uno no lo podía definir sin sentirse culpable. Pero hoy, ante ese requerimiento exigiendo indemnización de seis millones de dólares por los seis y medio años de secuestro, los sentimientos chocan, se tropiezan, se detienen y se evaden incapaces de ver en esta mujer aquella que se quiso ver. Todavía no hay una reacción popular sobre ello. ¿Cuál será en su mayoría? ¿Sus compañeros? Decididamente es un chasco! Lo que los soldados y hombres humildes que igualmente sufrieron la terrible odisea … lo vieron venir? ¿Seguirán el ejemplo de Betancourt o darán una lección a la que desde Francia, su otra patria, reclama fria y calculadamente seis millones de dólares? ¿Será, como preguntan en Colombia, que queda alguien mejor de lo que esperamos?
Esta reclamación toma por sorpresa al gobierno colombiano. Ingrid Betancourt fue secuestrada el 23 de febrero del 2002 y rescatada como vió el mundo entero, por fuerzas militares colombianas seis años y medio después, el 2 de julio del 2008, con otros 14 rehenes. Ingrid Betancourt era candidata a la presidencia y había sido advertida del peligro y el riesgo de ser secuestrada en la zona del Caguán pero había insistido porque su objetivo era hacer campaña en la zona controlada por la guerrilla, firmando inclusive un documento en el cual reconocía y ratificaba su responsabilidad.
Durante seis años y medio su secuestro fue cubierto por los medios mundiales y su última foto, sentada, pálida, con el largo cabello sobre su hombro, con una carta a su madre asegurando que estaba muy mal, conmovieron otra vez al pasivo mundo. Como ciudadana francesa, Ingrid cubría también una expectante Europa.
Desde su liberación con la “Operación Jaque”, ha recibido distintos premios internacionales, como el Principe de Asturias y el de la Legión de Honor. Hasta ese momento que se bajó del avión llorando y felicitando a las fuerzas policiales y armadas colombianas, mucho agua ha corrido bajo el puente.
Mientras estaba secuestrada se protegía su personalidad y se defendia esa intimidad de víctima que capitalizaba cualquier comentario.
Pero una vez libre, diferentes libros de ex compañeros rehenes comenzaron a ofrecer una imagen bastante distanciada de la víctima heroica o la modesta y sufrida mujer, bondadosa y solidaria. En el libro “Fuera de cautiverio” de los tres norteamericanos, uno de ellos deja saber de una personalidad interesada, que pasaba por encima de sentimientos y lealtades para obtener lo que quería y lo cuenta con altura, sin acusar, pero en una sencilla apreciación de lo vivido cotidianamente en la selva colombiana. Manipuladora y egoísta.
La Ingrid Betancourt que comenzamos a ver se alejaba mas y más de aquella orgullosa y feliz que lloraba agradeciendo a las fuerzas colombianas aquel rescate que seguía el mundo entero.
Comenzó a caerse de aquel pedestal donde la angustia de un mundo la acompañó. Uno no lo podía definir sin sentirse culpable. Pero hoy, ante ese requerimiento exigiendo indemnización de seis millones de dólares por los seis y medio años de secuestro, los sentimientos chocan, se tropiezan, se detienen y se evaden incapaces de ver en esta mujer aquella que se quiso ver. Todavía no hay una reacción popular sobre ello. ¿Cuál será en su mayoría? ¿Sus compañeros? Decididamente es un chasco! Lo que los soldados y hombres humildes que igualmente sufrieron la terrible odisea … lo vieron venir? ¿Seguirán el ejemplo de Betancourt o darán una lección a la que desde Francia, su otra patria, reclama fria y calculadamente seis millones de dólares? ¿Será, como preguntan en Colombia, que queda alguien mejor de lo que esperamos?
A veces me digo, si será que yo escucho mal ó estoy loca. Porque en los días del rescate recuerdo que decían que ella antes de entrar a la zona de las Farc se le conminó a que firmara un documento breve y sencillo que decía que ella era total responsable de sus actos si entraba a esa zona, en virtud de que la misma no se autorizaba.
ResponderEliminarViendo ahora sus actuaciones luego de su libertad, el querer cobrar un no se qué, me digo entonces?
Dios puede existir personas tan miserables, tan mal agradecidas de su rescate?
Puede tener corazón y alma buena una persona que actúa así?
Puede ser vista con buenos ojos en el mundo un ser que a mis ojos ya es despreciable y miserable?
Creo que esta señora Ingrid Betancourt está completamente equivocada, por ello sus mismos paisanos en toda la geografía Colombiana le condenan con Grafitis de intolerancia.
Que Dios la perdone, porque el perdón de los que lloramos en el mundo viendo su rescate ya no lo tendrá jamás.
Confieso que LLORÉ y di gracias a Dios viendo su rescate y de tantos hombres.
Que POBRE SER HUMANO...QUE POBRE MUJER
Bueno Sr; Isa se la comio de nuevo con esta colunna usted si save que grande es Dios le de vida y salud para poder difrutarla por años y seguir aprendiendo de usted, mis respetos.
ResponderEliminarHola Isa, estoy sorprendida por la actitud de Ingrid Betancourt porque la admiraba, pero leyendo los libros publicados por sus compañeros de cautiverio y ahora con el asunto de la demanada la Estado Colombiano, he sufrido una gran decepcion....que lastima por ella.....saludos...Maigualida Dobles
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