Bien difícil que Hugo Chávez vaya a Colombia

Y ahora ¿qué? Lo que todos suponíamos desde hace tiempo. Lo que Hugo Chávez nos mostró sin ningún pudor. Lo que no es un secreto para nadie.

Colombia denuncia la presencia de varios cabecillas de las FARC en nuestro país y además, asegura que tiene pruebas concretas y al minuto, tanto, que mientras el Ministro declaraba, sostenían que se estaban celebrando reuniones y estaban recibiendo información sobre ellas.
Lo escribí hace algún tiempo: si quieren testigos de esa relación de Hugo Chávez con los cabecillas de las FARC, tienen millones de venezolanos que vimos a los dos y apreciamos esa relación de solidaridad cuando una de las visitas de Iván Márquez nos los mostró juntos y sonrientes.

Mientras Hugo Chávez deshoja “la margarita” sobre su presencia en la toma de posesión de Santos, Uribe, que no descansa y tiene súper clara la situación y posición del venezolano, asegura días antes que tienen ubicado a Márquez y testigos dispuestos a declarar.
Si uno lee los comentarios en los diarios más importantes de Colombia sobre estas informaciones, no puede dudar del sentimiento popular hacia Hugo Chávez.

Y no creo que Piedad Córdova tenga hoy la fuerza para cambiarlo en estos días y convertirlo en aplausos. Hay cosas que delatan más que una fotografía: el modo con que se habla de alguien, el sentimiento que se lee en la mirada, las señales gestuales, como se toca un brazo, como se acerca, la risa. Y Chávez y Piedad, o Piedad con las flores y los guerrilleros, o el abrazo de Rodríguez Chacín a los secuestradores cuando la “Operación Jaque”, en fin, detallitos que no se escapan y uno vá sumando uno a uno sin darse cuenta que la mente los tiene allí, guardados.

¡Bien difícil que Hugo Chávez vaya a Colombia! En primer lugar, y a pesar de los círculos de seguridad, no es ningún valiente.

Las FARC no están hoy en posición de retar al gobierno con infiltrados en la escolta de Chávez como sucedió una vez. Después de lo de Honduras, Chávez ha saboreado el disgusto del rechazo y no se va a exponer delante de un adversario como lo ha sido Santos, que tampoco puede “ablandarse” con el venezolano porque el pueblo que lo eligió no se lo perdonaría.
Ahora, como este hombre no genera culpas ni reflexiona ni se cree que no es un Dios, o un Bolívar y desconoce sus propios desórdenes psicopáticos, supongamos que va.

Que Lula, que viene y que está pidiendo que se liberen todos los presos políticos del mundo, lo convence de soltar los de aquí y aplaudir a Santos. A pesar de la desventaja. De no ser bienvenido. Porque sus insultos a Santos son una mínima parte de los que hoy hace a la Iglesia y ha ocupado los medios internacionales.
Desbocado, desesperado, pierde terreno sin detenerse.
El 26 de septiembre se acerca implacable y está rodeado de mediocres serviles que por lucirse con un poder que nunca soñaron, ahora prepotentes, cachetudos y barrigones, lo hacen lucir como una marioneta debilitada y errática.

Y frente a esa barbarie, esa locura, una Venezuela esperando su momento. Democráticamente cobrará sus deudas. El 26S.