Un 28 de Diciembre.....
Alejandro Oropeza Castillo |
Yo no estaba aquí.
Estaba en Washington con mi esposo y mis hijos.Comenzaba el “Día de los
inocentes” y eso creí yo que significaba una llamada de un colega que
por teléfono me preguntaba si yo sabía de un accidente de mi padre.
Colgó ante mi desconcierto y dí por un hecho que era un chiste de pésimo
gusto….Pero antes de recuperarme, de razonar siquiera, llamé a Raúl
Nass, en la Embajada, estupendo amigo de la casa y muy especialmente de
mi padre. “Acaba de llamar Raúl ( se refería a Raúl Leoni, el
Presidente) para que te informáramos y te colocáramos en el primer avión
a Caracas”.
Unos días antes me había
llamado papá…” Estamos pensando en irnos para allá en los primeros días
de Enero…tu mamá anda con unos presentimientos raros…creo que nos hace
falta estar con ustedes”. Mi padre. Alejandro Oropeza Castillo.
La Venezuela de hoy sabe
muy poco de él, tal vez lo conozcan por alguna comunidad que lleva su
nombre. Y es una lástima. Porque hombres, venezolanos como él, son
ejemplos de decencia, entrega por este país, lealtad y principios. No es
que esté allí, en la historia democrática de Venezuela como servidor
intachable en su rol sindical, o como creador de la CTV , o del Banco
Obrero, o de la Corporación Venezolana de Fomento o tantas otras raíces
de una economía y una labor social trascendente …no. Mas allá de todo
eso, era una belleza de ser humano!
Ya comenzaba a ser víctima de
decepciones, de esas intrigas políticas de los miserables incapaces de
competir noblemente en la vida. Le tenía horror a los aviones. Esa
noche, contaba mamá, estaba recostado en su sillón de ver tv y ella dice
que de repente se asustó porque lo vió muy quieto, él le había dicho
que no quería volar ese día, el 28. Pero se había comprometido a llevar
unos fondos a dueños que habían perdido sus mercados en un incendio en
Boconó y no quería fallarles.
Así era él. “Si alguno
llama a cancelar el viaje, no voy”.-había dicho. Pero ninguno llamó. Y
él acudió a la cita implacable con su destino.
Estaba al frente de la
Fundación para la Comunidad, después de ser separado de la Gobernación
del Distrito Federal por conveniencias e intereses ajenos a su figura.
En ese tiempo no era fácil viajar de un momento a otro y menos con el corazón destrozado.
Todavía me cuesta
aceptarlo, afortunadamente para mi alma, todavía lloro cuando lo
recuerdo, cuando hablo con él, cuando lo escribo, porque significa que
lo amo como lo amamos mi hermana Julieta y yo chiquitas, de seis y cinco
años, y lo conocimos escondido en un rancho en la Charneca, luchando
contra la dictadura de Juan Vicente Gómez.
Nos recibió en su vida y
fue nuestra primera lección de amor y generosidad. Fuimos hijas de
amor. Y eso es un regalo único que lo marca a uno en la vida. Papá era
todo lo contrario a un chiste malo. Era un hombre inocente ante la
vileza humana, ante lo retorcido de los enanos de espíritu. Era un
hombre de clase…de hidalguía. Y de paz.
Mi padre…..Alejandro Oropeza Castillo.
Saludos Isa y si hay valores y hombres dignos que no se quiebran ante nada, y menos ante la miseria e inmoralidad politica actual, lucharemos con todo lo necesario y entregarlo todo, hasta la vida si asi la patria lo requiere, a luchar por nuestra patria como herederos de Bolivar y los Libertadores, mi cariño para ti y toda tu familia
ResponderEliminarQué bonito escrito Isa. Un abrazo y feliz año 2014.
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