Un perro es más que una compañía, es una lealtad a toda prueba

Ese hermoso pastor que abraza su dueño acaba de morir:  Shoep. Veinte años tenía. Sufría de artritis y  por eso lo llevaba  a flotar en las aguas porque  le hacía bien.

 

Yo tengo tres...al mayor lo perdí hace dos años y todavía converso con él y le cuento lo que pasa en el día. Ahora llevo el dolor inmenso de  los otros que como yo llegan al final de sus vidas. Y ver esta foto me conmueve muchísimo. Porque yo cada día, cada momento,  me esmero por  cuidarlos y consentirlos segura que todos mis esfuerzos siempre resultarán pocos para retribuirles lo que me han dado a mí en estos años que hoy se hacen cortísimos , implacables.

Yo entiendo y comparto  esta foto llena de ternura, de angustia y profundo amor.  Mis hijos a veces no pueden entender que tenga tantos años sin moverme a verlos, entre la angustia por Venezuela y mis compañeros ya  cuando más me necesitan, me es difícil hacerlo entender. Son mi “propia cola”. Si estoy en  mi cuarto, allí están, pendientes de mi, si voy al baño, allá van los tres.

Para ellos no hay  ninguna alegría más grande que recibirme cuando salgo, asumir su  lugar en mi cama, agradecer cada  cariño, cada palabra. No hay mayor lealtad, más generosa aceptación de mis reacciones, para ellos si soy torpe, antipática, impaciente, si los aburro o   los ignoro, soy yo y eso les basta.  Este mes cuatro operaciones sacudieron mi alma. Esos avisos de la vida...

 

Por eso esa foto  me conmueve tanto....Porque comparto ese miedo, esa angustia, ese dolor. Porque ellos son inalterables en su  compañía y su entrega.

Porque en este mundo de violencia, de odios, de  maltratos, ellos retan  a la humanidad  indiferente. Los perros son en verdad, excelentes personas!