sábado, 11 de septiembre de 2010

¡Sin corazón no hay motivación! Y queda muy poco… es el 26

Cincuenta años en los medios de comunicación, setenta y nueve de vida, y con el país como pasión, puedo permitirme de vez en cuando apuntar lo que creo necesario en un momento dado, más si es como éste, un momento difícil y a estas alturas no creo se me pueda acusar de ningún interés que no sea aportar en beneficio de de lograr su felicidad y paz.

Comienzan a aparecer aquí y allá críticas. Alusiones veladas, opiniones cruzadas sobre la manera como se desenvuelven los candidatos, como manejan o no las exigencias de quienes nos negamos a seguir aceptando esta pesadilla que nos empobrece en recursos y espíritu. Y la verdad es que uno quisiera ponerse las gríngolas y no ver ni escuchar nada que lo agobie o lo haga dudar o reflexionar con pesimismo. Pero hay factores que no puedes ignorar.

Falta motivación. Parecen todos estar tan ocupados en sus propias tareas candidaturales que no lo ven. Y el principal problema es que todavía no se han dado cuenta que ese lazo que mantiene Chávez lo sostiene porque aunque sea mentira, es afectivo con su gente, la nombra, la engaña, miente, manipula, es verdad. Pero regala, escucha, tiene poder, lo usa, las ventajas que da ese poder le permite mantener ese lazo… A veces la razón es fastidiosa. Es como la mamá que regaña y el padre que consiente. Pero cuando el hijo está enfermo, es la mamá la que frota el pecho, da el remedio y baja la fiebre… por lo general. Por supuesto que hay excepciones.

Si la oposición no tiene los recursos del poder, ni los medios, ni la impunidad, tiene mucha gente de talento creativo como para no estar hoy, supliendo tantas omisiones, tanta escasez con ese talento. No se dan cuenta que falta estímulo, alegría, confianza. Hay que inducir al entusiasmo, cambiar el discurso por uno creativo, optimista, infundir la fe como elemento vital, “yo sé” y no “quién sabe”. Hasta ahora vemos cuñas aisladas de rostros desconocidos o conocidos que no despiertan nada. La misma María Corina que es una imagen respetada. Se presenta con un mensaje directo, si, pero sin alegría, sin brillo, sin efecto, ella que tiene todo para conmover, para dar credibilidad a su imagen. Si eso mismo en vez de un discurso fuera un diálogo con voz tierna, cercana… ¡María Corina, a Venezuela hoy hay que tocarle el corazón!

No se ve la unidad. No se reclama ni se convoca porque no se ve. Y si no se siente ni se ve es porque es forzada. En mis cincuenta años frente a mi país, muchos años con su pulso en mis manos, hurgando en su alma, yo peleé con todos los políticos y defendí todas las causas. Pero cuando me tocó cocinar en Río Chico porque los adecos me cerraron los medios, los políticos sin distinción de ideologías iban a comer allá en mi restaurant, de cierta manera confiaban en mí y es que al lado de mi crítica, de mi ardor en ella, yo respetaba y llamaba a la ternura en cada columna, cada micro, cada programa.
Porque cuando este país tiene una apuesta casada entre el corazón y el cerebro, apuesta al corazón. Porque Venezuela sabe que es la puerta de entrada a la cabeza. ¡Sin corazón no hay motivación!
Y queda muy poco… es el 26

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ISA DOBLES