miércoles, 6 de octubre de 2010

“La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”.

¿Escucharía el general retirado, Eduardo Hernández Rodríguez, de 60 años, cuando Hugo Chávez despotricaba de quienes viven en La Lagunita, con ese odio que le es característico, en una de esas eternas apariciones en televisión? ¿Sentiría temor? ¿O no creería que se tomaran en cuenta por los que asumen como orden o convocatoria subliminal estas condenas del máximo comandante? Porque unos días apenas después, cuando estaba cenando con su esposa, su nieta de tres años, su hija, el novio de ésta y una señora, cuatro sujetos armados, al estilo comando, entraron a su casa en Loma Linda, y lo asesinaron brutalmente con disparos a la cabeza, el tórax y el pecho. Los vigilantes nunca escucharon los disparos, que fueron siete, y se desconoce cómo los asesinos burlaron la seguridad de la quinta que, además, está protegida por un muro y alarmas eléctricas. El general logró ultimar a dos y la División contra Homicidios presume que los otros huyeron al interior.Y es que éste es un momento complejo, en el que no se puede ignorar ese ascendiente que tiene el discurso rojo-rojito entre los que no tienen valores ni principios, donde la inmunidad y la permisología los hace sentirse apoyados para que actúen libremente contra las vidas ajenas. Una cosa es que cualquiera critique algo, y otra, el comandante. El Jefe de Estado. El dueño de vidas y tierras. ¿Por qué no hacerle caso? ¿Obedecer? “Los de La Lagunita viven bien, tienen carros, comen tres veces al día… Nos viven a los pobres”. Se trata de un odio visceral que incita al odio y que seguimos sufriendo, y que, como sostienen los siquiatras, proviene de alguien como Hugo Chávez, quien no puede cambiar. Biológicamente, no puede. El conflicto es el estado ideal para su personalidad. Allí está hoy, provocador, cizañero, errático y vengativo, frente a una Venezuela que votó contra esta locura enfermiza que es su gobierno. Era el momento de ser estadista, de conciliar, de reconocer con altura y escogió ser el mismo pendenciero.Otra noticia y en la misma página de “Últimas Noticias”, es la de Edmundo Chirinos y su reclusión en Yare, donde también estuvo Chávez. No es la primera coincidencia, según se dijo. Chirinos fue el psiquiatra personal de Hugo Chávez por algún tiempo. El caso se ha manejado sin estridencias, muy comedidamente. Este hombre, que fue además Rector de la UCV, recibió una pena de 20 años.La periodista Ibéllyse Pacheco terminó ya su libro sobre esto, esperaba la decisión, asistió a los tribunales y tiene un excelente trabajo. Estén pendientes. Dos hombres, Hugo Chávez y Edmundo Chirinos, contaron uno con el otro, en lo más íntimo del ser humano: la mente. Ambos enfrentan su propia historia. Como espectadores de la vida, todavía nos sorprendemos de las sorpresas que nos llevamos. “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”.

4 comentarios:

  1. Isa,siempre te escuchaba por las noches en tu programa,me hce falta desde este exilio.Queria comentarte que el caso del Doctor Chirinos lo asocio con el de Baduel y el del sacerdote asesinado,un montaje que permite desprestigiar totalmente al enemigo sin regreso.Cuanto odio,sobre todo hacia los que fueron incondicionales y un dia dejan de serlo y se vuelven muy peligrosos por todo lo que saben.Todos los que hemos conocido al Doctor sabemos que es incapaz de matar.Por lo demas es curioso que nadie lo defienda.Creen todos en la justicia de este poder?Habria mucho que comentar y testimoniar.Pues hace falta valor

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  2. Mis respeto colega siempre venezuela por venezolana de televisión no me lo perdía. ¡Excelente!artículo ¿quien lo diría? lo insospechado de lado oscuro la vida y destino son amigos hasta que el destino decide traicionarte eso terminó con chirinos. Saludos

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  3. No soy criticador de quien vive bien o quien vive mal porq si una persona estudia tiene derecho a estar bien y todo el mundo no es militar y si lo es son muy pocos los que llegan a general y mientras muchos duermen hasta las diez de la mañana pues un militar activo se levanta a las cuatro de la mañana e imaginense ustedes en treinta años cuantas madrugadas no son.

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  4. Y resulta que este general era rojo rojito, y su hijo, radicado en Washington EEUU para el momento en que lo asesinan, no quiere regresar a Venezuela por la gran inseguridad existente. Esta casado con una chavista, trabaja en Washington, gana en dólares y sus dos hijas nacieron recientemente en el Imperio, que tal?. Eso si, su boda fue a todo dar en la misma casa donde muere su papa el general. Asi es la vida para los chavistas, incongruentes en el habla y en el actuar.

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ISA DOBLES