miércoles, 17 de agosto de 2011

El cáncer que cansa

Todo esto que desde junio ocupa la atención de Venezuela con la salud de Hugo Chávez tiene ribetes de extrañísimas coincidencias.

Comenzó con las “bolas” - como se decía cuando corrían rumores políticos - que al venezolano le habían operado primero un absceso pélvico y después, un tumor canceroso de próstata.

Alrededor de esas primeras versiones, alimentadas por la ausencia de partes médicos, el tumor aparecía en el colon, en la columna, células cancerígenas entraban y salían del cuerpo, el pueblo venezolano, como se “caletreó” sus derechos constitucionales para reclamarlos, empezó a recorrer un camino forzado y emocional sobre el cuerpo humano.

A pesar de las manipulaciones de Chávez y los suyos que un día aseguraban amenazadores que no había nada serio, que el “Comandante” llegaba para el 5 de julio, se desmentían entre si, el “paciente barinés” desde su despacho-hospital de La Habana negaba y después confirmaba la existencia del cáncer que había aparecido “por el error fundamental” de no haberse atendido a tiempo, pero ofrecía su vida “por el pueblo sufriente” de Venezuela.

Llegaba y se iba despedido por los uniformados bajo el agua mientras su recién designada ministra de la Juventud le cantaba en la pista con su cuatrito criollo lo que al parecer le ganó el milagro de irse a la Isla-hospital a cantarle a Fidel. Por Twitter, teléfono, y cable submarino se gobierna a Venezuela.

No sabemos dónde, cómo es, nada del cáncer. Chávez habla hoy de células cancerígenas y después las niega. Luego declara que necesita una quimio y después afirma que no las hay, que se fueron corriendo.

Agota, sobresatura, exagera, incita, miente. Se enreda en un yoyo que ya lo anuda implacable.

Sigue, mientras el telón está arriba, el proceso siniestro que destruye al pais.

Ante el reclamo de la Venezuela que ha logrado salvarse del diabólico hechizo con la salud de los presos políticos, “por su condición humanista” (yo, el bueno, yo el magnánimo) concede como dueño de destinos la libertad condicionada a aquellos presos con problemas de salud graves, para determinar “solo con enfermedades en fase terminal”.

Y Forero, Peña Esclusa y ahora Mazuco tienen problemas de próstata. Pero con condiciones extremas para enfrentarlo. Todavía a Mazuco, a quien no se le ha concedido el “humanitario permiso” para examinarse, no sabe si es o no es. Tienen que enfrentar el mismo enemigo a mitad del camino, porque corrió el tiempo, no por “errores fundamentales” sino por estar presos y mal atendidos por decisión de un militar que manda: “Yo, Hugo”.

Todo esto trastoca, convulsa, hace peligrar a Venezuela.

El desvarío y la fantasía que siguen alimentando la mente, ahora amenazada fatalmente por una orden irrebatible, apresura el pulso sin parar, como si gozara, a pesar de ello, con el momento que vive que no quiere asumir ni siquiera para tranquilizar un poco el espíritu que es el que, finalmente, lo confrontará aquí y allá.

Y si con esas decisiones que no podemos predecir, estas contradicciones, el solitario y único “parte” de San Fidel, Hugo Chávez muriera en un mes, dos meses ... ¿estamos preparados para enfrentarlo? Sobre cualquier duda, ¡la voluntad civil del país tiene que estar alerta para defender a Venezuela!


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ISA DOBLES