lunes, 15 de octubre de 2012

Cumplamos con nuestro oficio de ser Venezolanos.

“Si mi abuelita hubiera tenido ruedas, sería bicicleta”. Si no hubiéramos permitido que Chávez desconociera nuestro rechazo al socialismo…Si no hubiéramos aceptado que esto o lo otro, que se humillaran así los presos, los medios, los venezolanos decentes, que se insultara así a la oposición, que se regalara nuestro dinero, nuestro petróleo, que se profanaran los restos de Bolívar, que las Farc hablaran hasta en el Congreso y tomaran un cafecito en Miraflores, las cadenas, la desinformación alevosa que ha permitido alienar al pueblo venezolano con el cáncer o no cáncer en una victimización obscena de sentimientos, si hubiéramos exigido transparencia con lo del oro, cuentas claras con PDVSA, en fin……!


Frente a esta tiranía convertida en virtud de este poder absoluto y un pantallero actor mediocre , la democracia está en desventaja. Con ella una orden detiene el reclamo, la ignorancia se publicita para contentar a quienes se confunden. La casa que se cae sigue siendo un gesto de bendición y el insulto vulgar se justifica en la deuda que tiene que pagar el que tiene más. La invasión es un acto de justicia. ¿Cómo se gana entonces? No se provoca porque “puede haber tragedias, este gobierno no lo piensa dos veces para disparar”. Si un líder llama a la calle o pretende competir el mismo “Presidente” lo manda a poner preso. Y si no llama a la calle, lo “mata” la oposición. Entonces, por no provocar, que es otra cosa en la Constitución, se dejan pasar las cosas. Uno las va sumando, cruzada de brazos. Mientras más se violan los derechos , mientras más se quiebran los principios, más miedo. ¿Qué falta? ¿Bolas! ¿Ovarios?


Repetimos hasta la saciedad que cada uno es líder. Pero toca reaccionar contra el atropello del momento y no pasa nada. Este es un pueblo difícil. Está pronto a condenar a otro. Hombres valiosos son borrados del mapa político porque no actuaron, porque no convocaron a la calle. Pero nosotros no salimos. Nos quedamos esperando…Y somos jueces implacables, ya! Allí están los presos, allí está Iván Simonovis desgastado en su injusticia, en ese atropello eterno de un capricho del poder del que se salvaron sus compañeros que pedían inultamente una medida humanitaria por que se morían al hombre que en su avión volaba entre Cuba y Venezuela en manos de cirujanos, lujos y servilismo.


¿Fraude? ¿Y por qué no, pues? Un fraude que viene desde que no nos paramos por primera vez o por segunda o por tercera ante este poder ofensivo y cruel.


Mirémonos un poco dentro de nosotros mismos. No podemos rehuir nuestra responsabilidad. Estamos obligados a asumirla para ganar la paz.


La seguridad. El respeto. La libertad no es un privilegio. Es un derecho. ¡Reclamemos a tiempo! ¡Rechacemos a tiempo! Cumplamos con el más duro hoy de los oficios: ¡ser venezolanos!

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ISA DOBLES