Lo que no se puede ignorar es la emoción. No niego que la hay en algunos rostros en las rojas rojitas manifestaciones de Hugo Chávez. Son los candidatos los que hacen la gran diferencia y uno estaba tan agobiado con el estilo engolado, al teatro siempre montado del “saliente” que de repente esta “onda” renovadora, corajuda, vigorosa, este viento fresco de desafiante reto a tanto poder, tanta agresión, tanta humillación y tanta chabacanería, te reactiva con inusitadas energías y con eso que nos hacía tanta falta, emoción, ilusión, y ganas.
El tiempo, implacable nos apunta: faltan doce días. Vuelan..Y uno sigue viendo a los dos protagonistas… No puede escapar al entusiasmo, a la fuerza de este muchacho de trayectoria que de repente se lanza a conducir la esperanza de la mayoría venezolana que lucha por rescatar su propia vida de Nación de las manos inescrupulosas y desenfrenadas de un embaucador más en la historia decadente y repetitiva de la política. Si podemos lograrlo. Ya lo hemos hecho en otras ocasiones.
Cuando veo a Chávez enfundado en ese mono deportivo haciendo como que toca una guitarra, tirando besos desde una carroza con la “blancanieves” de Ministra al lado y Diosdado encarado como escolta de seguridad o con Jorge Rodríguez, gastado y adulante, o Chávez cantando un bolero o bailando o tocando tambor, saliendo y entrando a escena entre los músicos de la banda musical, cuando repite como un viejo disco de acetato la misma cantinela de siempre, intentando asustar a la Venezuela conducida por el talento y esa trascendente inter relación personal que Capriles ha establecido con la gente, vé desde otra dimensión lo que nos exige el momento: no se puede frenar la alegría de tener en nuestras manos la oportunidad de cambiar lo que han sido estos años y derrotar esta época sombría que nos ha herido tan profundamente. No es que Venezuela no tiene futuro con esta barbarie. Es que esta mayoría que lo rechaza, y hasta la minoría que lo consiente, hemos sido manoseados en nuestros sentimientos y nuestros valores por la indecencia y el cinismo de una banda de forajidos que nunca esperaron poner sus manos en un botín como Venezuela y jamás se prepararon para gobernarla y menos para conducir el destino de millones de hombres y mujeres debilitados en la inconclusa búsqueda de un camino de progreso y paz. Ya está bueno de esa cantaleta ridícula de cuando “llegamos al gobierno encontramos una Venezuela destruida,”..No, ya está! Ni que esto fuera Marte destruido por el “capitalismo salvaje” o fuera verdad eso “que éramos colonia del imperio”. Educación! Ese es el clamor! A los ignorantes los engaña todo el mundo! Mentiras, trampas, corrupción, perversidad, militarismo, sangre, muerte…. No vá a ser fácil. ¡Pero lo haremos posible! Nos toca.
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ISA DOBLES