Por supuesto que lograr la paz en Colombia sería maravilloso. No es un camino corto y como todo lo que tiene que ver con el quebrantamiento de los principios, va a ser muy complejo.
Porque la pregunta está en el aire viciado de memorias desgarradoras: ¿Como se puede ver a los ojos comprensivamente a alguien que dio la orden de asesinar, secuestrar, explotar a otros seres humanos? ¿Cómo tiene uno la seguridad que un hombre dice la verdad tras una trayectoria de engaños y sangre? ¿Cuánta carga de terror, desconfianza y miedo guardan miles de colombianos ante este historial tan cruel con familiares y otros colombianos encadenados por años, niños secuestrados, mujeres violadas, drogas y violencia? ¿O es que de verdad todo es “borrón” y cuenta nueva? Por ahora, la esperanza levita sobre el golpeado corazón colombiano. Todos son buenos. Santos y Chávez son desde el alma los “mejores nuevos amigos”.
Elogios van y vienen.”Las Farc aseguran que no han vuelto a secuestrar a nadie y hay que creerles”. Afirma un Santos que se juega todo en esta decisión: declara que entro a este proceso de paz con escepticismo y que si no sale bien es el único responsable. Ante las declaraciones de las Farc negando que las drogas no tenían historia en su lucha, Santos fue firme: si han traficado con drogas y si han secuestrado.
Ahora, eso de “hay que creerles” es una exigencia para por lo menos reflexionar: ¿por qué habría que creerles? ¿Será cierto que pasó un ángel por las selvas, abrió sus alas y bendijo los espíritus uniformados y armados y afuera quedaron los instintos, las doctrinas y los sentimientos?
Les va a tocar muy duro a los colombianos, a los que reciben en su hogar a los hijos devueltos por un pacto que no es ya una orden sino una ley de vida, que regresa después de años bajo una disciplina que fracturo los principios sembrados en el amor de la familia hasta convertirlos en sumisos zombis de la violencia.
Esa es la lucha que hay que enfrentar desde ahora, y es una tarea larga y dolorosa. Porque es mucho más fácil curar una herida de bala que una herida del alma. Aquella portada de la revista “Time” con la foto de Santos comprometía la figura del Presidente y este parece ser, hasta ahora, y a pesar de mil interrogantes, un momento feliz para Santos. Y para Chávez que tiene que pisar con mucho cuidado este camino que ha sido azaroso y contradictorio para él y que hoy, como candidato por tercera vez, está expuesto a los ojos de un País que lo conoce en maniobras y en intenciones y está harto de promesas y cuentos del “gallo pelón”.
La emoción popular no puede deslindarse del sentimiento de hartazgo, tampoco de la necesidad vital de conservar la esperanza.
Y allí está Capriles, que llena calles, se mezcla con la gente, se deja tocar, abrazar, besar, sin gorilas armados a su alrededor evitando esa pielitis tan nuestra, seguro, alegre, vigoroso. Los principios…esas leyes de vida que están allí, en el espíritu de los pueblos libres.
La paz es un derecho humano…pero no se logra sino con hombres en paz consigo mismos.
¡Ojalá Colombia la consiga. La sienta. La tenga!
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ISA DOBLES