miércoles, 23 de mayo de 2012

No se puede ser tan prepotente con el destino

La verdad es que sólo un gobierno  como este, incluida toda su corte, llega hasta donde este ha llegado saltándose todas las reglas de ética exigidas con un cinismo enfermizo. Con Álvaro Uribe recordando  cómo vivió estas relaciones con Chávez y como éste las  compartía con las FARC, con el Ministro de Santos declarando que  la guerrilla colombiana tiene refugio en Venezuela,  con los jueces cómplices  confesando   vínculos tenebrosos con el narco tráfico, sacando a la luz asesinatos y delitos ante la opinión mundial , con  fuerzas de seguridad disparando, cárceles armadas también, asesinatos de ex compañeros como Moreno y Aguilarte y  la inseguridad  aterrorizando a la población, todavía este hombre enloquecido asegura en su primera cadena después de una inconstitucional y larga ausencia, que  la oposición  eligió un candidato que lo desprestigia y le produce pena ajena”. Pero Capriles está en la calle, vivo, enérgico, claro,  dando la cara. Henrique tiene que superar el abuso de poder, las descalificaciones, la red mediática oficialista tratando de destruirlo en las más sucias maniobras imaginadas. Viene lo peor porque apenas faltan   días. Pero en ningún momento este muchacho que desde los 26 años está en la primera página de  la noticia desde  el Congreso, ha perdido la clase o ha olvidado que en su conducta, su imagen y su palabra, tiene que ser didáctico, que  hay que marcar la diferencia entre lo que debemos ser como venezolanos y lo que nos quieren obligar a ser. El 7 de octubre Venezuela  va a escoger más que un Presidente, va a escoger   entre este horror que vivimos de división, odio y venganza, y la Venezuela de  paz, de unión y progreso, porque con el alma sobrecogida de temor, de desconfianza y de humillación, no se puede vivir. Este hombre que según lo que hemos visto llorando, suplicando,  viajando, confesando y   detallando está enfermo, está enfermo  más allá de un tumor o dos o tres. Está enfermo en el espíritu. En la mente de graves desórdenes. En la intención perversa. Uno no se explica cómo  sigue   anteponiendo su ambición y obsesión a la paz que el espíritu necesita cuando  la obscuridad puede llegar y acabar con todo,  así, como  llegó la  enfermedad. No se puede ser tan prepotente con el destino. Porque está escrito en el libro de la Vida. Y no se puede borrar.

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ISA DOBLES