El accidente que acabara con las vidas de los dos diputados de Acción Democrática puso otra vez a prueba al alma del país. Desde que salieran del programa “Alo Venezuela” de Globovisión hasta que aparecieran sus cuerpos y su carro destrozado contra un árbol de la carretera, cualquier cosa paso por la cabeza de todos. Porque lo que habíamos visto poco antes de los muchachos metidos en bolsas amarrados y asesinados ya era de terror. Cualquier hecho de sucesos de esos que nos sacuden todos los días, más ese mismo estilo cínico y provocador de Chávez, o de cualquiera de su servidumbre política, son suficientes para llenar de presentimientos y sombras a cualquier venezolano, y si además le sumamos el momento que vivimos en una espectativa trascendente que ninguno puede ignorar, ya podemos calcular lo que esta desaparición significó para muchos. Casi cuarenta y ocho después, y en una carretera tan movida como esa, aparecieron por fin. Estrellados contra el árbol por un precipicio de unos quince metros. El mismo organismo de seguridad que ha sido tan señalado en ocasiones trágicas tiene a su cargo la investigación, lo que ya es un hecho irrebatible es que estos dos venezolanos perdieron la vida. Una noticia que siempre es triste, que siempre sacude. A sus familias, por supuesto, el sentimiento solidario de todos. Ellos no verán la Venezuela del mañana. Trabajaron para verla, para rescatarla de esta angustia y esta sin razón. Lo que no debe vivirse es esta desconfianza, esta falta de credibilidad que expone al “corazón venezolano” a no creer en nada ni en nadie, a sospechar de tu propia sombra, a creer que un cohete es un tiro y a apagar asustada las luces si escuchas unas motos rugiendo. Cuando Rómulo Betancourt terminó su mandato, un periodista le preguntó qué era lo más importante que según él, había logrado su gobierno. Y Rómulo contestó: “Cuando yo asumí el gobierno, los venezolanos oían un cohete y creían que era un tiro…ahora oyen un tiro y se quedan tranquilos porque creen que es un cohete”. Sencillito. ¡Así! La diferencia entre creer o no creer. Entre la vida y la muerte. Entre la democracia y el militarismo. Entre la confianza y el despotismo. Entre la manipulación y la transparencia, el ocultismo y la libertad.
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ISA DOBLES