Entrevista de la Periodista María Gabriela Fernández B. de www.hableconmigo.com
Dicen que los objetos guardan memorias ocultas de la vida de sus dueños. A sus 80 años, la incansable mujer de medios que produjo y animó programas como La media naranja, Adivina adivinador y Venezuela vibra, ofrece un recorrido por su casa y reconstruye su historia a través de sus pertenencias
María Gabriela Fernández B.
Afuera un jardín muy verde padece el frío de enero, con aves que piden un poco de sol al día nublado y plantas que tiemblan con la brisa que sacude a la urbanización La Florida, en Caracas. Adentro, la casa de Isa Dobles es amplia, llena de cuadros con flores de todos los colores, y mesas con fotos “de familiares y amigos” cuyos rostros son tan famosos que resultan dignas de algún museo de la política contemporánea.
En cada rincón de este hogar brilla un objeto curioso (un jarrón, unas tacitas, varios cojines y alfombras). A todos, su dueña de 80 años, los tapiza, cose o pinta con regularidad y a cualquier hora, usando sus propias manos. “Isa es así, activa, incansable. A veces me llama y me dice ‘Gorda, venme a buscar y llévame a Toledo, tengo algo en la cabeza’. Luego pasa toda la noche haciendo nuevas fundas para los cojines”, afirma su fiel amiga Emperatriz Domínguez, a quien apodan “La Gorda”.
Isabel Cecilia Oropeza, quien se renombró a sí misma como Isa Dobles, es una periodista y escritora venezolana con cincuenta años de trayectoria en los medios de comunicación social del país. En su haber televisivo destacan los programas La media naranja, Venezuela vibra, Adivina adivinador, Nosotras las mujeres, 5 minutos con Isa, Estudio abierto, As y dos, Pantalla de plata, Gran reto, Presente y Operación contacto, en su mayoría transmitidos en la televisión venezolana entre las décadas de 1970 y 1980.
En radio, su medio favorito, su más reciente producción fue Recuento de medianoche; y en la prensa impresa y digital ha publicado numerosas e inquisidoras columnas y entrevistas. En la actualidad, escribe para las páginas web informativas Noticiero Digital y Venezuela Analítica, tiene cinco libros de su autoría y se encuentra trabajando en el sexto, pero no da detalles sobre la futura publicación.
LA MUJER DE LAS DOS ALMAS
Un cuadro de grandes dimensiones se impone frente al comedor y muestra a una dama rubia, delgada, de cabello corto y expresión fuerte, vestida con una túnica indígena blanca y rodeada de las figuras de dos grandes caballos níveos. “En una recepción de Carlos Andrés conocí al pintor Rodolfo Zito y él quedó encantado conmigo. Me llamó unos días después para saber si podía pintarme y acepté. Es un cuadro hermoso, imponente, fuerte, es muy él, pero siento que esa mujer no soy yo”.
Su periodismo y su vida pública siempre han estado trazados por el brío, la pasión y la irreverencia, pero algo le impide encontrarse en la pintura de esa mujer regia. “El personaje de Isa Dobles es así como ella, fuerte, incisiva, polémica; pero Isabel Cecilia es otra cosa— anuncia con naturalidad, sonriendo, con la actitud de quien lleva medio siglo acostumbrada a esta dualidad interna de formas—. Es una parte de mí, por supuesto, pero siempre he pensado que mi época de trabajo y mi compromiso con la democracia me hicieron imponerme ciertas cosas, ser alguien más”.
Marcada por sus ansias de libertad y su actitud analítica, Dobles ejerce un periodismo intenso y poco complaciente: para algunos, criticón, para ella, muy crítico. Empezó a apasionarse por las noticias cuando estuvo exiliada en Costa Rica con su familia, en tiempos de Pérez Jiménez:
Mi padre, Alejandro Oropeza, y Rómulo Betancourt, gran amigo de la familia, me asignaron la responsabilidad de mantenerlos informados sobre los principales sucesos de política internacional. Así, yo tenía que estar atenta a las noticias y redactarlas en textos y titulares. Desde entonces no paré.
Se interrumpe y recuerda que, en cambio, hay otro cuadro en su casa en el que si se siente plasmada: “lo pintó mi segundo esposo, Álvaro Dobles, en una noche de tristeza porque nos dijeron que el niño que yo esperaba (hoy mi hijo mayor) podía nacernos muerto. ‘Gladys, tráeme el cuadro del pasillo, por favor’, ya vas a verlo”.
La menuda señora Gladys Becerra, amiga de Dobles, entra al pequeño pasillo repleto de fotografías que conduce hacia los cuartos y regresa cargando el ligero retrato de una mujer de líneas finas, delicada y de expresión dulce, con mirada firme, una bata satinada y los brazos, vacíos, colocados en posición de cuna. “Este cuadro estuvo en el depósito mucho tiempo porque nos daba tristeza, pero un día mi hijo, ya grande, me pidió que lo sacara y que lo trajera a la casa: ‘Es lo más tú que existe’, me dijo”.
“La Gorda” insiste en la dualidad:
Como su amiga y asistente sé, que aunque ella es muy importante, no tiene ínfulas ni nada de eso, más bien es súper cálida y sencilla. Eso sí, cuando está frente a un micrófono o una cámara es una profesional, se transforma.
TODA UNA CONQUISTADORA
La internacionalista Ángela Taylhardat conoció a Dobles en 1965, cuando trabajaron juntas en el Servicio de Información de la embajada de Venezuela en Washington. Álvaro Dobles había sido trasladado a Estados Unidos por razones de trabajo, e Isa buscó este empleo en la parte cultural de la embajada. “Rápidamente se ganó el aprecio de todos. Ella era natural, sincera y muy alegre, desde esa época somos como hermanas”.
Esta mujer que vivió con Dobles esos años de asentamiento en Washington, aún frecuenta con regularidad el hogar de la periodista, donde se sientan a comentar la actualidad y a recordar las diversiones en recepciones diplomáticas y políticas, así como sus frecuentes asistencias a los partidos de béisbol de las Grande Ligas. “A Isa le encanta el béisbol, y era muy divertido porque, después del trabajo, nos íbamos las dos con nuestros hijos a ver los juegos. En una oportunidad nos acompañaron Rómulo Betancourt y Luis Aparicio; ella siempre ha conocido a gente muy importante, pero lo vive como algo natural”.
Este vínculo que, a causa de las influencias de su padre, tuvo siempre Isa Dobles con personas reconocidas en el mundo político y del espectáculo, provocó frecuentes rumores sobre presuntas relaciones amorosas entre ella y varios hombres. A Dobles se le relacionó, entre otros, con Carlos Andrés Pérez, con Gualberto Ibarreto (y su alcoholismo) y hasta con Fidel Castro.
Esta mujer guarda recuerdos y fotos de muchos de estos personajes con los que compartió a lo largo de su vida. Y las saca y las describe mientras prosigue su historia.
“Siempre me han creído novia de todo el mundo, menos de quienes de verdad lo he sido —dice entre risas, sentada en una de las sillas de su comedor—. La verdad es que mi gran amor siempre fue mi segundo esposo Álvaro, con quien tuve mis tres hijos; no podíamos vivir juntos por un tema de caracteres, pero nos quisimos mucho. Sobre Carlos Andrés, debo decir que él y yo fuimos amigos desde nuestra juventud porque nuestras familias eran muy cercanas y, aunque fui bastante crítica con su gobierno, siempre respetó la amistad del pasado”.
Para hablar sobre Gualberto, su rostro se transforma a una expresión de dulzura, semejante a la de una madre y comenta: “A él yo le tendré siempre mucho cariño, es alguien muy especial, él se impresionó con el personaje de Isa Dobles, y yo siempre quise protegerlo porque llegó muy joven e inocente a un mundo muy difícil”. A su vez, niega rotundamente su relación con los inicios del artista en el alcoholismo: “Sería atroz que alguien pudiera pensar eso. Todo el que nos conoce sabe que yo siempre intenté alejarlo de esos amigos borrachos”.
A Fidel lo describe como “un personajazo en la historia, más allá de que uno esté de acuerdo o no con él. Él se confundió conmigo, le gustó mi libertad, pero nunca fuimos más que amigos. Hace mucho que no hablamos —y añade con tono serio—porque yo no le perdono que se haya metido con mi país”.
EL ALIMENTO DEL ALMA
Una brisa fría entra desde el jardín a la sala, algunos pequeños pájaros de las colinas cercanas sobrevuelan el lugar y se posan en las ventanas.
Haciéndose oír por encima del alboroto de las aves visitantes, sumado al de los periquitos y loros que la propia Isa cría en el jardín, Gladys y “La Gorda” anuncian que ya está listo el almuerzo. Calentaron un asado negro que Dobles preparó la noche anterior. “Esta divino —comentan—, como todo lo que cocina Isa”.
El embajador y ex representante de Venezuela ante la OEA, José Ramón Dovale, es amigo de Dobles desde hace más de treinta años y afirma: “Isa es una mujer multifacética, tiene habilidades para muchas cosas, para la escritura, la decoración y, sobre todo, para la gastronomía”
Mientras almuerza y celebra el corte de su asado y el punto de la ensalada que preparó Gladys, Dobles admite su fascinación por la cocina y conversa sobre el éxito de sus recetas, en particular de sus hallacas.
Todos los años hago aproximadamente mil 800 hallacas, entre las que vendo y regalo. El año pasado tuve que hacer menos, como mil 200, por los dolores de espalda.
Unos ladridos amistosos interrumpen las palabras y tres perros que hasta entonces daban una siesta en las alfombras de la sala, se acercan al comedor, tal vez hechizados por el olor del asado. Dobles detiene su hablar para atenderlos: son sus perros, sus compañeros del alma y sus amores más grandes. Gordo, Daniela y Carolina (quien llegó a la casa tras la muerte del adorado Yesito) piden la atención de su dueña, le sacan una sonrisa, reciben caricias en sus orejas y se posan en las patas de la mesa para continuar su descanso. “Estos animales son mi vida”, y le brillan los ojos.
Terminado el almuerzo, Dobles entra a su cuarto y señala algunas fotos de su corcho de pared: “Estos son mis hijos Ignacio, Cristian y Gustavo, bien buenmozos, ¿verdad? Esta era mi mamá, toda un dama, y la de allá es mi hermana querida”. En su cuarto todo es tranquilo, hay un enorme televisor marrón (de esos que traen su mesa incorporada) que ha acompañado a Dobles por más de veinte años. Una computadora a la que se declara adicta —“A veces creo que soy mitad mujer y mitad computadora”—, un cubrecama de pabilo tejido por ella misma y una mesita colmada de portarretratos.
El momento de despedirse lo dicta el compromiso periodístico de atender su cuenta en Twitter y de responder a los 28.812 seguidores que esta periodista de 80 años posee en la red social. Se despide con un abrazo fuerte, una sonrisa y una promesa de volver a conversar. Un último vistazo lo reitera todo, Isa no es la rubia de los caballos blancos, es la delicada mujer de los brazos libres y del gesto tierno.
Dicen que los objetos guardan memorias ocultas de la vida de sus dueños. A sus 80 años, la incansable mujer de medios que produjo y animó programas como La media naranja, Adivina adivinador y Venezuela vibra, ofrece un recorrido por su casa y reconstruye su historia a través de sus pertenencias
María Gabriela Fernández B.
Afuera un jardín muy verde padece el frío de enero, con aves que piden un poco de sol al día nublado y plantas que tiemblan con la brisa que sacude a la urbanización La Florida, en Caracas. Adentro, la casa de Isa Dobles es amplia, llena de cuadros con flores de todos los colores, y mesas con fotos “de familiares y amigos” cuyos rostros son tan famosos que resultan dignas de algún museo de la política contemporánea.
En cada rincón de este hogar brilla un objeto curioso (un jarrón, unas tacitas, varios cojines y alfombras). A todos, su dueña de 80 años, los tapiza, cose o pinta con regularidad y a cualquier hora, usando sus propias manos. “Isa es así, activa, incansable. A veces me llama y me dice ‘Gorda, venme a buscar y llévame a Toledo, tengo algo en la cabeza’. Luego pasa toda la noche haciendo nuevas fundas para los cojines”, afirma su fiel amiga Emperatriz Domínguez, a quien apodan “La Gorda”.
Isabel Cecilia Oropeza, quien se renombró a sí misma como Isa Dobles, es una periodista y escritora venezolana con cincuenta años de trayectoria en los medios de comunicación social del país. En su haber televisivo destacan los programas La media naranja, Venezuela vibra, Adivina adivinador, Nosotras las mujeres, 5 minutos con Isa, Estudio abierto, As y dos, Pantalla de plata, Gran reto, Presente y Operación contacto, en su mayoría transmitidos en la televisión venezolana entre las décadas de 1970 y 1980.
En radio, su medio favorito, su más reciente producción fue Recuento de medianoche; y en la prensa impresa y digital ha publicado numerosas e inquisidoras columnas y entrevistas. En la actualidad, escribe para las páginas web informativas Noticiero Digital y Venezuela Analítica, tiene cinco libros de su autoría y se encuentra trabajando en el sexto, pero no da detalles sobre la futura publicación.
LA MUJER DE LAS DOS ALMAS
Un cuadro de grandes dimensiones se impone frente al comedor y muestra a una dama rubia, delgada, de cabello corto y expresión fuerte, vestida con una túnica indígena blanca y rodeada de las figuras de dos grandes caballos níveos. “En una recepción de Carlos Andrés conocí al pintor Rodolfo Zito y él quedó encantado conmigo. Me llamó unos días después para saber si podía pintarme y acepté. Es un cuadro hermoso, imponente, fuerte, es muy él, pero siento que esa mujer no soy yo”.
Su periodismo y su vida pública siempre han estado trazados por el brío, la pasión y la irreverencia, pero algo le impide encontrarse en la pintura de esa mujer regia. “El personaje de Isa Dobles es así como ella, fuerte, incisiva, polémica; pero Isabel Cecilia es otra cosa— anuncia con naturalidad, sonriendo, con la actitud de quien lleva medio siglo acostumbrada a esta dualidad interna de formas—. Es una parte de mí, por supuesto, pero siempre he pensado que mi época de trabajo y mi compromiso con la democracia me hicieron imponerme ciertas cosas, ser alguien más”.
Marcada por sus ansias de libertad y su actitud analítica, Dobles ejerce un periodismo intenso y poco complaciente: para algunos, criticón, para ella, muy crítico. Empezó a apasionarse por las noticias cuando estuvo exiliada en Costa Rica con su familia, en tiempos de Pérez Jiménez:
Mi padre, Alejandro Oropeza, y Rómulo Betancourt, gran amigo de la familia, me asignaron la responsabilidad de mantenerlos informados sobre los principales sucesos de política internacional. Así, yo tenía que estar atenta a las noticias y redactarlas en textos y titulares. Desde entonces no paré.
Se interrumpe y recuerda que, en cambio, hay otro cuadro en su casa en el que si se siente plasmada: “lo pintó mi segundo esposo, Álvaro Dobles, en una noche de tristeza porque nos dijeron que el niño que yo esperaba (hoy mi hijo mayor) podía nacernos muerto. ‘Gladys, tráeme el cuadro del pasillo, por favor’, ya vas a verlo”.
La menuda señora Gladys Becerra, amiga de Dobles, entra al pequeño pasillo repleto de fotografías que conduce hacia los cuartos y regresa cargando el ligero retrato de una mujer de líneas finas, delicada y de expresión dulce, con mirada firme, una bata satinada y los brazos, vacíos, colocados en posición de cuna. “Este cuadro estuvo en el depósito mucho tiempo porque nos daba tristeza, pero un día mi hijo, ya grande, me pidió que lo sacara y que lo trajera a la casa: ‘Es lo más tú que existe’, me dijo”.
“La Gorda” insiste en la dualidad:
Como su amiga y asistente sé, que aunque ella es muy importante, no tiene ínfulas ni nada de eso, más bien es súper cálida y sencilla. Eso sí, cuando está frente a un micrófono o una cámara es una profesional, se transforma.
TODA UNA CONQUISTADORA
La internacionalista Ángela Taylhardat conoció a Dobles en 1965, cuando trabajaron juntas en el Servicio de Información de la embajada de Venezuela en Washington. Álvaro Dobles había sido trasladado a Estados Unidos por razones de trabajo, e Isa buscó este empleo en la parte cultural de la embajada. “Rápidamente se ganó el aprecio de todos. Ella era natural, sincera y muy alegre, desde esa época somos como hermanas”.
Esta mujer que vivió con Dobles esos años de asentamiento en Washington, aún frecuenta con regularidad el hogar de la periodista, donde se sientan a comentar la actualidad y a recordar las diversiones en recepciones diplomáticas y políticas, así como sus frecuentes asistencias a los partidos de béisbol de las Grande Ligas. “A Isa le encanta el béisbol, y era muy divertido porque, después del trabajo, nos íbamos las dos con nuestros hijos a ver los juegos. En una oportunidad nos acompañaron Rómulo Betancourt y Luis Aparicio; ella siempre ha conocido a gente muy importante, pero lo vive como algo natural”.
Este vínculo que, a causa de las influencias de su padre, tuvo siempre Isa Dobles con personas reconocidas en el mundo político y del espectáculo, provocó frecuentes rumores sobre presuntas relaciones amorosas entre ella y varios hombres. A Dobles se le relacionó, entre otros, con Carlos Andrés Pérez, con Gualberto Ibarreto (y su alcoholismo) y hasta con Fidel Castro.
Esta mujer guarda recuerdos y fotos de muchos de estos personajes con los que compartió a lo largo de su vida. Y las saca y las describe mientras prosigue su historia.
“Siempre me han creído novia de todo el mundo, menos de quienes de verdad lo he sido —dice entre risas, sentada en una de las sillas de su comedor—. La verdad es que mi gran amor siempre fue mi segundo esposo Álvaro, con quien tuve mis tres hijos; no podíamos vivir juntos por un tema de caracteres, pero nos quisimos mucho. Sobre Carlos Andrés, debo decir que él y yo fuimos amigos desde nuestra juventud porque nuestras familias eran muy cercanas y, aunque fui bastante crítica con su gobierno, siempre respetó la amistad del pasado”.
Para hablar sobre Gualberto, su rostro se transforma a una expresión de dulzura, semejante a la de una madre y comenta: “A él yo le tendré siempre mucho cariño, es alguien muy especial, él se impresionó con el personaje de Isa Dobles, y yo siempre quise protegerlo porque llegó muy joven e inocente a un mundo muy difícil”. A su vez, niega rotundamente su relación con los inicios del artista en el alcoholismo: “Sería atroz que alguien pudiera pensar eso. Todo el que nos conoce sabe que yo siempre intenté alejarlo de esos amigos borrachos”.
A Fidel lo describe como “un personajazo en la historia, más allá de que uno esté de acuerdo o no con él. Él se confundió conmigo, le gustó mi libertad, pero nunca fuimos más que amigos. Hace mucho que no hablamos —y añade con tono serio—porque yo no le perdono que se haya metido con mi país”.
EL ALIMENTO DEL ALMA
Una brisa fría entra desde el jardín a la sala, algunos pequeños pájaros de las colinas cercanas sobrevuelan el lugar y se posan en las ventanas.
Haciéndose oír por encima del alboroto de las aves visitantes, sumado al de los periquitos y loros que la propia Isa cría en el jardín, Gladys y “La Gorda” anuncian que ya está listo el almuerzo. Calentaron un asado negro que Dobles preparó la noche anterior. “Esta divino —comentan—, como todo lo que cocina Isa”.
El embajador y ex representante de Venezuela ante la OEA, José Ramón Dovale, es amigo de Dobles desde hace más de treinta años y afirma: “Isa es una mujer multifacética, tiene habilidades para muchas cosas, para la escritura, la decoración y, sobre todo, para la gastronomía”
Mientras almuerza y celebra el corte de su asado y el punto de la ensalada que preparó Gladys, Dobles admite su fascinación por la cocina y conversa sobre el éxito de sus recetas, en particular de sus hallacas.
Todos los años hago aproximadamente mil 800 hallacas, entre las que vendo y regalo. El año pasado tuve que hacer menos, como mil 200, por los dolores de espalda.
Unos ladridos amistosos interrumpen las palabras y tres perros que hasta entonces daban una siesta en las alfombras de la sala, se acercan al comedor, tal vez hechizados por el olor del asado. Dobles detiene su hablar para atenderlos: son sus perros, sus compañeros del alma y sus amores más grandes. Gordo, Daniela y Carolina (quien llegó a la casa tras la muerte del adorado Yesito) piden la atención de su dueña, le sacan una sonrisa, reciben caricias en sus orejas y se posan en las patas de la mesa para continuar su descanso. “Estos animales son mi vida”, y le brillan los ojos.
Terminado el almuerzo, Dobles entra a su cuarto y señala algunas fotos de su corcho de pared: “Estos son mis hijos Ignacio, Cristian y Gustavo, bien buenmozos, ¿verdad? Esta era mi mamá, toda un dama, y la de allá es mi hermana querida”. En su cuarto todo es tranquilo, hay un enorme televisor marrón (de esos que traen su mesa incorporada) que ha acompañado a Dobles por más de veinte años. Una computadora a la que se declara adicta —“A veces creo que soy mitad mujer y mitad computadora”—, un cubrecama de pabilo tejido por ella misma y una mesita colmada de portarretratos.
El momento de despedirse lo dicta el compromiso periodístico de atender su cuenta en Twitter y de responder a los 28.812 seguidores que esta periodista de 80 años posee en la red social. Se despide con un abrazo fuerte, una sonrisa y una promesa de volver a conversar. Un último vistazo lo reitera todo, Isa no es la rubia de los caballos blancos, es la delicada mujer de los brazos libres y del gesto tierno.
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ISA DOBLES