Estamos pasando ahorita esa tregua obligada, que tiene su ritmo desde que Hugo Chávez se enfermó, cuando llegan los días forzados en los que no lo vemos por exigencias de las quimios, los viajes, y ahora, las radioterapias. Porque esa enfermedad no es juego. Y hay que someterse a sus requerimientos, más si llega en su voracidad a un hombre que vivía por y para el poder, y que además de todo, tiene ese cocktail apremiante en su personalidad como son los desórdenes que le afectan. Uno se pone a repasar las cosas que se sucedieron desde entonces, cuando desde Cuba se supo que algo pasaba y era grave, y tiene que detenerse para tomar aire. Los vínculos extraños que se dan en la vida. La adoración de Chávez por Fidel. La de Fidel por Bolívar. La obsesión. Como estos hombres se juntan y se encuentran, como se adecúa el hombre grande de la libertad a los criterios de los dos personajes. Martí no tiene nada de común con Fidel en su código político ni Bolívar con Chávez, pero lo estiran, lo encogen, lo colocan, y los hacen suyos. Yo recuerdo a Fidel insistiendo: “Conmigo van a tener que esperar porque yo me voy a morir como Matusalén”. El hombre más longevo de la historia al que la Biblia reconoce casi mil años. Enfrentado a la muerte cientos de veces, Fidel retaba la vida. Ni Chávez ni Fidel se paseaban por decisiones ajenas al poder que ostentaban. Fidel vuelva de la muerte para esperar a un Chávez que se detienen en ella inesperadamente. Y allí se siguen engañando uno al otro con el Martí maestro y el Bolívar civil que no aceptan. Ya Chávez ha cumplido el sueño: es dueño de Venezuela y heredero de Fidel. Pero la vida! ¿Hablaran estos hombres de esa vida que se vá? Chávez cumple con un sueño enfermizo y llega a un Fidel enfermo que también cumple el suyo: petróleo y riqueza.
Los principios de la revolución cubana se quedaron en la historia. Una cosa son las palabras…otra, los principios. Hacer efectivas la justicia, la igualdad, la paz parece cada vez tarea de pueblos, de gente, no de personalismos y mucho menos de militarismos, de armas y botas. Fidel y Chávez: Poder. Sí. ¿Pero hasta cuándo? ¿Serán capaces estos hombres de hacerse esta pregunta mirando al cielo?
Los principios de la revolución cubana se quedaron en la historia. Una cosa son las palabras…otra, los principios. Hacer efectivas la justicia, la igualdad, la paz parece cada vez tarea de pueblos, de gente, no de personalismos y mucho menos de militarismos, de armas y botas. Fidel y Chávez: Poder. Sí. ¿Pero hasta cuándo? ¿Serán capaces estos hombres de hacerse esta pregunta mirando al cielo?
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ISA DOBLES