Carta abierta a Fidel

Es la segunda que te escribo. Una, la primera, cortando con la relación que nos unió y que ha servido a algunos para atacarme constantemente. Y ahora cuando te veo caminando dificultosamente, aquejado quien sabe por qué dolencia que nunca sabremos, por esa ancianidad implacable que nos espera en esa esquina de la vida y contra la que es tan difícil escapar, me provoca escribirte otra vez.. Ojalá esta llegue a ti. Difícil. Pero ¿quién sabe? A lo mejor alguno que todavía se atreve a acercarse al hombre, lo logra. Duele verte. Yo sé lo que puede estar pasando por ti porque por esa magia extraña de la suerte, llegué a ese lugarcito en tu historia y tu vida donde pocos pueden llegar. Y no porque nos enamoramos ni compartimos en una pasión tropical que haría muy feliz al chisme barato, sino por una de esas cosas que son difíciles de explicar pero son… Allá los otros! Desde esa primera carta, todo se ha producido vertiginosa y vorazmente. Hoy un hombre, uno solo, es dueño de las riquezas que tu Isla nunca tuvo y que tal vez por ello mismo preservó por tanto tiempo tu historia, Cuba no tenía más riqueza que su gente. Pienso, mientras siento profundamente lo que veo, que presientes muchas cosas y eso te debilita, te angustia, íntimamente. Estoy segura que sabes cuan alto puede ser el precio que cobrará la bonanza y esa inquietud, esa impotencia, te apresura en un camino sin regreso que no puedes evitar, el mismo de todos, pero sin prisas. Verte así, disminuido, apoyado en otros, deseo de todo corazón que puedas todavía librar tu última batalla que es dar a Cuba la posibilidad de enfrentar con lo mejor de ella esa influencia perversa, inescrupulosa, que lleva como veneno Hugo Chávez, un alma tan negra como el petróleo que regala. Viendo ese pueblo querido allí, recibiendo colorido y profundo al Papa, viéndote a ti, pienso en la historia que por más de medio siglo has protagonizado, y sé que sin desesperarte porque te perdone Dios, esperas que te comprenda ese mundo que te va a llorar y que también respirará feliz. Porque ningún hombre se salva de eso cuando reta su propio destino adueñándose del destino de los demás. Para bien o para mal. Tu intuyes…porque ochenta y seis años son muchos años, muchos hombres, muchas lecciones. Tú sabes…Tu gente. Eso es lo que importa. El alma de Cuba. Dueña de ella, Cuba se defenderá. Tu sabes lo que yo quiero decir…El petróleo no compra la paz del alma……Tu mismo lo repetías una y otra vez: “quien vende el alma nunca tendrá como recuperarla”.