“Esto no fue un golpe. Fue una “quijotada. Un acto de amor”. Y no lo dijo asi, rapidito, como se escribe o se lee. No. Engoló la voz y acentuó la intención: “quijotaaadaaa”.
Y en esto llevamos trece años. El trece de la suerte. Dividida como está Venezuela, “polarizada”, habría que reflexionar sobre las bondades o desdichas de los venezolanos en su aplicación. La mayoría, porque lo somos, se atribuirá con mil razones lo peor. Nos alentamos con lo de “la lección amarga” que debimos haber aprendido y asi concedemos a la “Fortuna” que quizás, muy en lo profundo, en lo más desolado de esta larga pesadilla, nos quedó algo: la lección.
Convertido en día de júbilo nacional, de fiesta patria, se quiere forzar a los venezolanos a festejar aquel día de traiciones y sangre.
Astutamente, con esa astucia que no asombra en los límites desbordados de las mentes resquebrajadas en desórdenes graves e incoherencias, los “socios” del Alba están todos aquí para la gran fiesta.
Ya llegó Raúl Castro, a quien en su última visita a otra de estas cumbres revolucionarias asustó el ruido de cohetones tratando de tapar un “cacerolazo” popular, enfluxado y sonriente. Los aviones que han estado estremeciendo el espacio volverán a aturdir, los robotizados soldaditos “chavistas” estrenarán consignas, uniformes y banderas, los hijos del manoseado “soberano” que mantienen tras rejas en los “Aló Presidente” y los “benditos con el favor del Comandante”, aplaudirán discursos y personajes convocando esa obediencia a la que obligan el miedo, el servilismo y la ignorancia.
En la noche, a las 8, está invitándose a otro “cacerolazo”.
El alma del País, sometida a agravios y atropellos, es la gran espectadora. En esa alma hay conciencia clara sobre el valor de la paciencia, del momento, del anhelo que paso a paso, entre lágrimas y adioses forzados, se va haciendo realidad.
Con cada estupidez, con cada amenaza, con cada manipulación en cualquier orden que repita en eco la Venezuela hechizada, confundida, conducida por miedo o porque arrodillarse para caminar ya es costumbre, o es compromiso, latirá con más fuerza la voluntad que en una semana cambiará la historia democrática y entusiastamente. Allí están: Pablo Pérez, imagen retadora, noble, de la Zulia valerosa y apasionada; Henrique Capriles Radonski, consistente, María Corina, desafiante, Diego Arria, con propuestas propias, Pablo Medina …Y una Venezuela distinta, que no se ha rendido.
Pasado este día de farsa y de irrespeto a un pais que ya está harto de tanta payasada perversa, despertaremos a otro domingo, el 12, para con nuestra cédula en mano, volver a los centros de votación correspondientes a hacer efectivo el anhelo, la esperanza: Liberar a nuestro país de esta especie de maldición que no se merecen los pueblos buenos.
Son días apenas. De mañana domingo al próximo domingo.
No será una semana fácil. Rendir cuentas no está contemplado en quienes no aceptan las deudas. Pero “no hay tiempo que no se cumpla ni deuda que no se pague”.
El 12 es el plazo……ya. En una semana.
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ISA DOBLES