Entramos en los últimos kilómetros de la carrera….Por si necesitábamos más del mismo cinismo y la misma enfermiza violación de valores, derechos y sentimientos, la celebración en la que también incluyó la reunión gris y lastimera del Alba con él como único “animador” del espectáculo. Resultaba imposible de creer aquel hombre utilizando los medios en aquella ventaja despiadada y prepotente. Atragantado por la lujuria obsesiva del poder, Hugo Chávez se divertía, se deleitaba en sí mismo.
Las incoherencias en su psiquis que Globovisión, su mayor potencial enemigo, se encarga de reiterar en diferentes videos, demuestran esa sed demencial de narcisismo y disociación con el mundo que lo rodea. Los medios, la cadena, aquel show que hasta enseñó a un Raúl Castro cauteloso advirtiendo la necesidad de estudiar disponibilidad y seguridad en los procesos y convenios, compulsaba aquella demostración de descontrol que ya no se puede detener.
Todo eso a escasos días del evento primario cuando este mismo pueblo que lo vio en esas imágenes grotescas y desbordadas tiene la oportunidad de demostrarse a sí mismo cuan definitiva o es su anhelo de cambiar, de acabar, con esta pesadilla. Se nos ha permitido avanzar…Que se está tramando para no permitirlo está en manos de esta cuerda, esta banda de forajidos que hace veinte años traicionaron A millones de venezolanos no sólo en el intento de tomar el poder sino que no iban a frenarse para acabar también con el Presidente constitucional y su familia, porque el que ahora lo nieguen no borra aquellas imágenes de tanquetas y aquel ruido de morteros y disparos aquella noche terrible. Como aquella noche, esta “celebración” tampoco contó con la alegría popular, todo el circo quedó entre las paredes que establecen las reglas del militarismo y el miedo.
El acto, de él para él, con los cómplices mansos, incluyendo al actor con rostro de drogado, Sean Penn, mostraba aquellos gorilas en círculos tenebrosos protegiendo a aquel hombre hinchado de terror, actuando, manejando los hilos de los titiriteros que apenas se movían. Si necesitábamos que nos recordaran la pesadilla de la cual no se sale sino votando, no podemos quejarnos. No podemos desoír ni ignorar a la Venezuela que espera ser salvada de este horror. No nos está permitido.
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ISA DOBLES