Henrique Capriles, Carlos Ocariz y Enrique Mendoza

Nadie puede negarle a Carlos Ocariz el mérito que tiene en la gestión del Municipio Sucre. Y con ello como testimonio se lanza a la primaria por Miranda. Pero ese estado que hoy está impulsado por el ímpetu hasta ahora irrebatible de Henrique Capriles Radonski, tiene ante él una lucha difícil. Porque en su corazón, y a pesar de esa dureza crítica y que yo personalmente rechazo por injusta, está Enrique Mendoza. Que no sólo fue un excelente gobernador, sino que fue un compañero de lucha de su gente en momentos terribles que todavía lo recuerdan metido en el pantano hasta la cintura y ahogándose con la tos empapado hasta los huesos. Más allá de ella, este hombre que muy humildemente recorre su territorio en esta contienda contra la publicidad que significan dos nombres de poder por su actividad de gobierno, Capriles y Ocariz, y esa otra que favorece de hecho rostros nuevos y poder joven, ha sido un motor silencioso de la lucha democrática. Castigado por la inmadurez de un colectivo que nunca se reconoce en su responsabilidad ciudadana, fue culpado de pactos obscuros y no haber convocado a salir a la calle cuando el referéndum, como si esa decisión no hubiera estado en manos nuestras, de cada uno y todos los que la esperábamos. Pero allí está, en juego limpio, Enrique Mendoza. En esa tierra mirandina que luce retadora y desafiante, dispuesta a jugárselas para hacer historia. Cada día la democracia que se debate entre sombras y anhelos, presenta opciones inesperadas. No son pocos los años que hemos asumido por fin el compromiso de defenderla. Esta vez en otro ritmo. Pero aquí estamos. Los pre candidatos se esfuerzan por convencernos. No pueden titubear ni pisar en falso porque esa integridad, esa ética que desde hace trece años se ignora en el quehacer y el discurso político, reclaman transparencia. Enrique no podía faltar cuando se trata de la democracia. De la libertad. De Miranda.