Por mi culpa.
Por mi culpa, por mi grandísima culpa caen
mujeres, ancianos, jóvenes y niños
sobre el suelo de esta Patria
que el “Comandante infinito”
puso en mis manos..
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"Yo, pecador"...
“Yo, pecador
me confieso a Dios todopoderoso
a la
bienaventurada siempre Virgen María,
al los bienaventurados san Juan Bautista, Y San
Miguel Arcángel
a los santos
Apóstoles San Pedro y San Pablo,
a todos los
santos, y a vosotros, hermanos,
que pequé gravemente
con el pensamiento, palabra y obra;
por mi culpa,
por mi culpa, por mi gravísima culpa.”
Te pongo,
Maduro el “Yo pecador” porque estoy segura que no te lo
sabes y es una oración que te viene “al
pelo” por si “algo” inquietara tu mente cuando “duermes como un niño”.
No creo que ninguno de los “aludidos”
vaya a escucharte siquiera porque a ellos no les llegan los gases como para nublarles
la vista para no ver lo que pasa abajo, sobre el suelo sangriento de
Venezuela, eso pasa con los Santos que no necesitan ver, lo sienten, lo saben…
Y espero que
lo reces con honestidad, porque a ellos
no los puedes engañar y ya sabemos que
hay una justicia “divina” que actúa sobre nosotros…
Una cosa es el
“poder” que se impone sobre el hombre por terror, por dinero, por complicidad
por intereses…otro, el Divino. Tú lo sabes.
Y, si lo sabes!
A mí me importa
un pito, y tengo que ser sincera que duermas o no duermas. Lo que me importa es
que reconozcas lo que has hecho con nosotros, ordenando tus fuerzas armadas
de terror y tus grupos apadrinados por tu torpeza y maldad, a atacar secuestrando, hiriendo, matando,
desapareciendo, venezolanos, muchachos naciendo a sus sueños truncados por venganzas personales y un código
pervertido militar servil y cobarde.
Todas
estas acciones contra los derechos humanos , que afortunadamente no prescriben, con solo
una orden tuya se detienen. Vas a dejar una Venezuela desolada,
familias divididas, almas destrozadas por la barbarie y la injusticia,
empobrecida en tierras y sentimientos. Has incrementado la pobreza , la que nos
hace a todos, chavistas o no, recorrer anaqueles vacíos de mercados y farmacias y llorar sobre los
cuerpos de nuestros seres queridos que ves como objetivos y no como seres humanos,
mientras asciendes post morten a quienes los matan y torturas a los que luchan.
Instigas a ese odio en cada palabra, cada gesto, con enfermizo deleite.
Allí está el
“yo pecador”. Pones las manos así, como en esa foto calculada para engañar al
mundo y enardecer a tus seguidores y lo rezas. A ver si te perdonan. Nosotros
aquí, te lo digo de verdad…no podemos. Tú
no tienes perdón. Pero como vas, se te va a cumplir otro sueño. Te vas
encontrar con el difunto.
¡Ayyyy,
Nicolás!
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