lunes, 3 de diciembre de 2012

La asfixia en que vivimos


¿Sabía usted que de pasarle algo al Presidente de Venezuela, por ejemplo, morirse, no sería Nicolás Maduro el que recibiría como Vicepresidente “el coroto” sino Héctor Navarro, el ministro de Energía designado como Vicepresidente “encargado” por apenas horas mientras Maduro está en la VI reunión de Unasur?

Y déjeme informarle también que Navarro ha recorrido ya algunos otros cargos ministeriales y, como lo sabe experiencia propia todo el territorio nacional, no es precisamente,un erudito ni mucho menos en “energía”… pero son cosas del “presidente”… que hace lo que le da la gana.

Aun metido en una cámara sofisticada, que por cierto tenemos varias aquí y no sólo tenemos sino que desde hace años fabricamos y al parecer bien porque la máxima autoridad en esa especialización nos certifica internacionalmente, el “paciente barinés” ordena y es obedecido sobre cositas tan ligeras como quién puede ocupar o no la silla desde la que se decide el destino de casi treinta millones de seres humanos.

Así como se nos hace creer en esta fluidísima manipulación política y espiritual que este hombre, que deja el país por no sabemos cuánto tiempo y estará aislado en una cámara para ganar oxígeno, como nos explican coloquialmente, es el rayo que ilumina a los candidatos regionales por esa relación “religiosa” que tiene el pueblo con el enfermo, y que está en esa cámara, consciente o no, muriéndose o no, porque está “obedeciendo” al pueblo que le pidió que se cuidara y por eso él lo está haciendo.

Esta sarta de estupideces, este engaño alienante, esta intención perversa de confundir, de insistir en la morbosidad siniestra que victimiza para sus propósitos de dominio sicológico y abuso a la ignorancia, ya cansa.

A este país deja de importarle la salud de un solo hombre para ver cómo diablos sobrevive a la incertidumbre de su propia vida.

Allí están madres desesperadas de hijos sin esperanza denunciando la indolencia y la falta de recursos y atención para la salud de sus hijos mientras Hugo Chávez va y viene en su avión de lujo buscando cámaras, quimios y médicos famosos.

Este pais no puede seguir detenido en el tiempo porque a Hugo Chávez no le da la gana de cumplir con la Constitución y sus leyes, con la ética política, con la decencia humana, porque no quiera soltar el poder.

Pero ya está bueno con esa obsesión y esa actitud malcriada y obscena frente a un pueblo que se desgasta en un futuro incierto en garras de rapiña y cuya ley es la rapiña, y allí se mueven ante la pasividad de una sociedad impactada y agobiada por el desmán militar convertido en maldición diabólica.

¿Qué más necesitamos para defendernos de esto? Venezuela no es país de maldiciones infinitas.

Aquí no hay júbilo por un triunfo en entredicho. Aquí hay asfixia.

Ya es imposible compartir el mismo aire de quienes engañan, lastiman, incitan, manosean. Vida o muerte. Eso es la vida. Para todos. Y esto no es vida.

Venezuela necesita también respirar...

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ISA DOBLES