No importa ya si fueron diez radioterapias, treinta quimios, si todo comenzó con un error de los médicos cubanos, si tiene españoles, brasileños, venezolanos a su alrededor, si José Gregorio, el Cristo de la Grita, el Nazareno, los santeros o los afrodescendientes hacen el milagro, si la metástasis se mueve libremente por su cuerpo, si le dio un yeyo o si pegó al mingo o cantó, o se burló de Rosales, insultó a Capriles , o regaló una casa. Lo que importa es que esto se acabe, que este país sea más fuerte que el odio. Que la reserva moral que está en la familia, en los valores democráticos y en el mismo cansancio, rechace este constante atropello a la más mínima decencia, al más mínimo respeto, que sea capaz de asumir su responsabilidad para salvarse a sí mismo ante este horror que incita, que amenaza, que mutila los derechos y la voluntad, la ilusión de ser venezolanos y el destino mismo de todos. Que los tentáculos de este poder viciado no logren atrapar su bondad y destruir su cuerpo por una nevera, por una limosna que le perpetuará en la rabia y la venganza. Mientras este hombre enfermo, porque lo está mienta o no mienta, se burlaba, insultaba, descalificaba demencialmente, las calles se movían convulsas, los “pranes” se imponían manipulados, utilizados en este infame juego sucio de un gobierno de pacotilla que degrada la identidad de Venezuela. Utilizador y el discurso atorado, fuera de contexto se escupía tras la farsa ignomiosa, un Capriles incansable, caminaba las calles inundadas por las lluvias de Achaguas en Apure y en una foto que recorrió titulares rezaba arrodillado ante su Virgen. Que se burle, que se ría, que llore, que suplique, que pida la cruz en sus espaldas, que cuente chistes malos, pero que acabe esto! Porque ya fastidia, porque ya es suficiente el daño moral, la destrucción del país, la venganza barata y personalista.
¡Que los ángeles digan Amén!
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ISA DOBLES