Los niños se detuvieron al parecer y en esta foto mientras llevaban el
cadáver de su compañerito de escuela que estudiaba su sexto grado y fue
asesinado por un guardia nacional que disparó
ante un movimiento inusitado que no era sino
Leonel volando su papagayos. Otro más en esta secuencia mortal que vive Venezuela. La camisa roja que está
frente a ellos espero no tenga en este momento tan doloroso connotación alguna,
porque sería otro exabrupto en esta tragedia que todos los días traen noticias, sangre y lágrimas, frente al
cinismo de un Maduro enamorado de sí mismo en cadenas interminables que suman
mentiras tras mentiras, manipulaciones ,
insultos, amenazas y bravuconadas. ¿Quién
le cree? ¿A quien se le puede creer?
La distorsión de los principios, la publicidad contaminante, los pactos
tenebrosos, las limosnas matizadas de
ayudas canallas, la
ignorancia que como vaticinó Bolívar, el
que es, no este monigote hecho a la medida de la incultura y el irrespeto, es “instrumento ciego de
nuestra destrucción..” La verdad no existe. Todo lo más inaudito, casi siempre asqueante, sucede y
pasa.
El poder corrupto y absoluto
justifica todo , sin responsabilidad ni decencia ni amor a Venezuela. Secuestran
a una periodista….y ya se comenta que la sacan del País. Sin esclarecer nada,
basta una foto de Rodríguez Torres sonriéndole.
No se sabe sino lo que este
hombre ilegitimo, barato y usurpador y
su camarilla, quieren que se sepa. Y hay una Venezuela que en su indolencia, desestime lo que ocurre mientras le regalen un pedazo de
pan mientras se le humilla y utiliza ,
insensible a Leonel, el niño del blanco ataúd, a Simonovis que muere mientras
Maduro desde su trono sigue acusándolo
sin la verdad como objetivo, con “victimas” tarifadas, incitadas al odio feroz y primitivo.
Son los “miserables”. Los que esperan que todo se resuelva sin estar
allí. La Venezuela que aplaude su propia miseria. Por sobre ella, la Venezuela de Leopoldo López que cumplía 43
años en la cárcel. Acusado por los mentirosos, los asesinos, los
corruptos convertidas en “justicia”.
¡Ya basta!
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ISA DOBLES