La ilusión de ser venezolano.

Retomo esta columna diaria que he abandonado  voluntariamente. Así como lo leen. Estamos tan inmersos en esta basura que es  este hombre y su “combo” de inmorales  arremetiendo contra todo y todos de tal manera que nos deja indefensos y agotados, que uno se sienta frente a la computadora y no encuentra como escribir algo que interese, que no sea este eterno mono tema que  fastidia, que invade , que lastima. Que anula el pensamiento vivo, feliz, la ilusión de ser venezolano, que lo encierra a uno en agobio y pesar, que entonces decidí por fin, escapar cuarenta y ocho horas en este compromiso sagrado y voraz que han sido estos 50 años  de intensidad, y  cuidar a mis perros ancianos, consentirlos, porque nunca tendré como pagarles su lealtad y amor, contestar pausadamente a mis periquitos  cuando silban, a mis loros cuando me insultan, jugar un  dominó con mi hermana, leer, ver tv y quedarme dormida abrazando al Gordo. Gozar de chascos como levantarme a preparar un café  aceptando que ganaba el Real Madrid y   regresar para  encontrar un Mourinho  desconcertado y triste por perder en penalties, twittear sobre bb con Mari Montes, buscar con avidez a Lucio por algún noticia, seguir a Marianela, a Eleonora, a la Gorda, a mis amigos y mis compañero de red, a escribir en mis dos libros por terminar. Cuarenta y ocho horas obligándome a no  enfurecerme ante las violaciones, las injurias, el mal gusto, defendiendo de esto terrible que son Chávez y los suyos tratando de reescribir una historia que no es. YA es hora de volver a la tarea. Pero en estas líneas no voy a hacerle ninguna concesión a Diosdado histérico gritando en el Congreso….no. Mañana será otro día. Hoy les doy las buenas noches, besos, abrazos, fuerza. Que ya mañana es otro día. Y estará como todos, lleno de noticias. Ciao!